"La guerra es atroz e inhumana. Nada es más cruel, nada es más trágico."
Daisaku Ikeda.
Con esa frase inicia Daisaku Ikeda su novela "La revolución humana", que inicia con lo vivido por Josei Toda apenas es liberado el 3 de julio de 1945, cuando el Japón era derrotado en la segunda guerra mundial.
Hoy, en una muestra de poder desbordado, vivimos un nuevo conflicto bélico que, aunque lejos de nuestras fronteras, debe indignarnos y preocuparnos desde todo punto de vista.
No tenemos forma de influir directamente, me refiero a nuestro rol como individuos. El gobierno de nuestro país es de los pocos, muy pocos, que apoya la acción tomada por el lado agresor y sin ninguna intención de evaluar las razones que ha tenido ese lado agresor, lo que creo y estoy convencido es que nuestra postura jamás puede avalar una acción de este tipo donde una nación diez veces mayor en cuanto a potencia militar y recursos, decide incursionar violentamente en otra nación vecina.
Estos son momentos complejos para la humanidad, porque la "verdad" será usada sin discreción, distorsionada en la mayoría de los casos y los únicos que realmente vivirán las consecuencias auténticas son los ciudadanos de las regiones en guerra.
Nuestro daimoku debe ir dirigido a la protección de todos los seres humanos, más aún aquellos que están viviendo situaciones de extrema violencia por las inescrupulosas acciones de unos pocos. Leí algo que puso una amiga: "La guerra la pelean jóvenes que no se conocen, que no se odian, por órdenes de unos viejos que sí se conocen y se odian, pero que no se pelean entre ellos".
Daisaku Ikeda tiene infinidad de escritos en contra de la guerra, su maestro Josei Toda ha sido la referencia eterna para enfrentar de toda forma posible la concreción de conflictos bélicos. Quienes nos identificamos plenamente con su planteamientos humanista, además de pacifista, nos toca mantenernos firmes en nuestras convicciones en contra de la guerra y rechazar con toda fortaleza a aquellos que avalen el uso de la fuerza militar.
Hoy también volví a leer: "¿para que sirven la Organización de Naciones Unidas?". Y en realidad resulta frustrante observar como una organización que incluye a la inmensa mayoría de las naciones del planeta no haga o no pueda hacer nada con más contundencia para evitar estos hechos.
Daisaku Ikeda envió este año su "propuesta de paz" número 40, es decir, lo ha hecho por cuarenta años consecutivos al núcleo de la ONU, como su firme solicitud que este cónclave logre tener una presencia mucho más contundente en en la resolución de conflicto entre naciones, en la corrección de gobiernos autoritarios y no democráticos. Pero no es tan sencillo como queremos o nos imaginamos. Sin embargo, él no pierde su firme compromiso con proponer distintas alternativas para lograr mayor equilibrio en los gobiernos del mundo.
Nos toca desarrollar la misma esperanza y convicción, aunque sintamos que nuestra acción cotidiana no resuelve el conflicto bélico, sigamos confiando en el daimoku que realizamos por todos los seres humanos que deben huir de sus hogares para salvar sus vidas.
Nam Miojo Rengue Kio.
👏👏👏 Claro y conciso!
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