Febrero 24.
Imaginemos que en nuestra propia casa uno de los integrantes de la familia hace lo que le da la gana, no respeto los espacios y objetos de los demás y causa constantes conflictos que afectan a toda la familia. Imaginemos, que tenemos una familia de vecinos en nuestra calle que tiene acciones inescrupulosas, son altaneros, irrespetuosos y por tener poder adquisitivo atentan contra las casas vecinas apropiándose de alguna de sus partes o del propio frente de la casa ajena.
A veces deseamos que haya una institución que "nos defienda" de estas incomodidades. Esperamos que la asociación de vecinos, consejo comunal o junta de condominio tome acciones contundentes para protegernos de estas personas "indeseables" por la mayoría. Conozco de pocos casos en los que esto funcione. No digo que no suceda, pero yo conozco pocos.
Cuando pensamos "debe haber una institución o persona que corrija a esta familia o integrante familiar para poder vivir más tranquilos", puede pasar mucho tiempo, incluso no suceder jamás tal resolución. En algunos países estas instituciones sí existen y su acción es más directa para ofrecer apoyo a los vecinos o familias afectadas. En la nuestra, no, al igual que otras tantas naciones y sociedades donde esa injerencia que puede existir de alguien "externo" al conflicto es nula.
¿Qué nos toca? Desde la perspectiva del ser humano común, apelar a la fuerza, alguien más fuerte que corrija a los incómodos. Si elevamos esto a la escala de sociedades o naciones, pues sería igual, una nación más fuerte que ayude a la afectada.
Desde la perspectiva de ser practicantes del Budismo Nichiren de la Soka Gakkai, que ponemos esfuerzo en interpretar y aplicar lo más correctamente posible sus planteamientos, que tomamos a Daisaku Ikeda como ejemplo de practicante budista de nuestra época, nos toca pensar y actuar con el primer filtro de la filosofía budista.
La teoría del karma es irrefutable, los conflictos que atravesamos son efectos directos de nuestras causas previas. La causalidad es imparcial, no discrimina, no tiene preferencias basadas en una consciencias suprema o superior. El que grabó una causa, recibe un efecto.
Es lamentable que los efectos sean recibidos como una guerra en mi país, o por la acción de grupos paramilitares que se apoderan de mi comunidad, o por los grupos de grandes poderes del narcotráfico que obligan a innumerables familias a desplazarse de sus hogares. Pero, desde la perspectiva budista, cuando eso nos sucede vivimos los efectos de nuestro karma.
Ahora, la siguiente premisa del Budismo Nichiren es que podemos cambiar nuestro karma, cualquiera que sea. Tenemos el potencial para irradiar un tipo de energía vital distinta a la violencia y transformar el fondo del corazón propio y de todos a nuestro alrededor, para vivir condiciones donde toda vida sea valorada y respetada.
Imaginemos ahora este escenario... Somos más de 15 millones de miembros con Gojonzon de la Soka Gakkai, sumemos unos cuantos millones más de personas que entonan Nam Miojo Rengue Kio pero que aún no tienen Gojonzon. Imaginemos que todo el daimoku que hacemos todos estos millones de personas van llegando a las vidas de toda la humanidad, llega a aquellos que padecen conflictos violentos, a los que enfrentan graves enfermedades, a los que tienen un corazón lleno de odio y resentimiento, a los que están sumidos en la depresión...
Todo nuestro daimoku llega a la humanidad, porque en toda la humanidad existimos personas convencidas de que irradiamos energía vital basada en la Budeidad. Ese daimoku va enfrentando la oscuridad fundamental del planeta cuando yo logro vencer mi propia oscuridad fundamental. Cada individuo victorioso que transforma su corazón irradia al ente vital de todas la humanidad la energía vital necesaria para transformar nuestro karma como planeta, como genero humano.
Cuando logramos transcender nuestro criterio como mortales comunes y ampliamos nuestra mente basada en la Budeidad, comprendemos que mi cambio de karma negativo impacta la vida de todos a mi alrededor y que el cambio del karma de millones de personas logran transformar el karma de la humanidad entera.
No perdamos este foco. La victoria sobre mi karma transforma mi familia, mi comunidad, mi sociedad, mi nación, la humanidad entera. Ese es el concepto de revolución humana que promueve Daisaku Ikeda, el concepto que sigo con convicción y compromiso.
Venzamos la guerra, venciendo el lado oscuro de nuestro propio corazón.
Nam Miojo Rengue Kio.
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