Febrero 5.
En la tarde de hoy, junto a mis padres "cruzamos la calle" para encontrarnos con buenos amigos, vecinos de casi toda la vida. Dalvin José, Yeni (no estoy seguro que lo escriba así) y Patricia, nos recibieron en su casa con la calidez de siempre y nos brindaron un muy agradable rato de compartir experiencias de vida.
En la calle, seguía la normalidad acostumbrada: recolectar el agua porque es el último día de la semana que llega, niños ya empezando a jugar carnaval con las bombitas de agua, el camión que pasa vendiendo [lo que sea] con el megáfono insoportable, algún vecino peleando con otro vecino... Y todo ese marco servía de alimento para el intercambio en su sala.
Son gente buena, honestos, de esa gente que te agrada estar vinculado. Y fue muy grato escuchar cómo decidieron acercarse al budismo después de muchos años de conocer que varios en El Caribe ya lo practicábamos.
En diciembre de 2019 y como cierre de las actividades, realizamos una actividad general en el estacionamiento del edificio donde llegaron más de 80 personas entre jóvenes y adultos vecinos, familiares y amigos. José, Yeni y Patricia quedaron en las primeras filas. Ese día, al terminar la actividad, José me dice que cuando retomemos las actividades de los miércoles lo invite, porque desea comenzar a participar de manera más activa.
Así, en 2020 comenzó de manera regular a participar en todas las reuniones semanales junto a Yeni y Patricia. Aunque con la pandemia las actividades se paralizaron, por ser vecinos y vivir uno frente a otro, no dejamos de compartir todo lo que involucra comenzar a practicar el Budismo Nichiren de la Soka Gakkai. De manera progresiva fue afianzando su fe en Nam Miojo Rengue Kio, por lo que en noviembre de 2020, Dalvín José recibió su Gojonzon y Patricia ingresó como miembro.
Siguen enfrentando obstáculos, pero hoy Yeni nos decía que ella puede confirmar los resultados positivos de la práctica de José. Eso, al final, tiene más valor que cualquier otra cosa.
Mi padres pudieron compartir con los tres parte de su experiencia, que refleja que no importa qué obstáculo se enfrente, con daimoku todo se vence y se supera, se cambia el karma sin importar cuán fuerte sea y todas las metas y sueños terminan por concretarse. Con daimoku, siempre todo será victoria.
Un brownie y un cafecito hechos con mucho cariño fueron los acompañantes de este maravilloso encuentro.
Buenos vecinos...
En verdad fue un "encuentro" de dos familias que nos conocemos muchos años y poder compartir nuestras vivencias para seguir avanzando en nuestros sueños ynetas. Disfrutamos y nos animamos mutuamente. Las situaciones de la vida diaria no deben impedirnos acercarnos constantemente. Pudimos contarnos cosas que ambos no conocimos y eso gracias a que compartimos los mismos vínculos desde la práctica. La amabilidad de ellos nos hizo sentir en casa. Gracias a nuestro hijo fue posible este encuentro.
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