Febrero 10.
Hace poco más de tres años en la SGIV se publicó una disertación de Daisaku Ikeda sobre una carta de Nichiren llamada "La gran batalla". Es una carta desconocida para la inmensa mayoría de los practicantes de habla hispana (hasta ese momento), porque nunca tuvimos acceso a la versión en español. De hecho la carta tampoco está incluida en el libro de gosho que muchos de nosotros tenemos.
En la carta Nichiren expone, en resumen, que sólo él llevó a cabo la gran batalla contra las funciones que atacaron a los discípulos del Sutra del loto, por mucho más tiempo que cualquiera de los sabios que existieron antes que él y que propagaron la enseñanza del Sutra del loto.
En esa disertación Daisaku Ikeda va describiendo cómo Nichiren enfrentó, durante toda su vida, no sólo a adversarios de otras sectas budistas de su época que atentaron contra su vida varias veces, sino al lado oscuro de su propia mente, que intentó hacerlo dudar de su compromiso, de su juramento.
Y esa es la gran batalla que todos damos y seguiremos dando. Es una batalla contra uno mismo, contra la propia duda, frustración, miedo, inseguridad... falta de fe en nuestra Budeidad. No hay mayor enemigo, no hay gobierno, crisis económica, enfermedad más fuerte, que la propia falta de fe en nuestro propio potencial ilimitado.
Leer noticias, revisar cuantas, escuchar a los amigos enfrentando muy difíciles situaciones de vida, son estímulos que ponen a prueba continuamente nuestra convicción y confianza en la humanidad, en el potencial que tenemos todos para sobrepasar cualquier obstáculo. La crisis en Ucrania, el COVID, los nuevos impuestos que suenan, el dólar, el bolívar, la delincuencia, el transporte, la gasolina... Los familiares y amigos enfermos, los familiares y amigos emigrados, los que quieren emigrar... Todo, absolutamente todo esto y mucho más, de manera continua e inclemente juega con nuestra fortaleza, esa que nos mantiene con esperanza y determinados a vencer y sobreponernos a la tristeza o desesperación.
Todos los días nos enfrentamos en un campo de batalla contra la oscuridad fundamental, esa que esta dentro de nosotros, no afuera. Los fenómenos son, y serán, no dependen de nosotros, no está en nuestras manos el cambio inmediato de esas situaciones. ¿Qué podemos hacer entonces? Enfrentar cada situación construyendo un espíritu invencible, capaz de batallar contra cada evento que conecte a nuestra tristeza, batallar contra el estrés que nos genera la situación diaria, batallar contra el ambiente hostil que se manifiesta dentro del propio hogar, en la oficina, en la calle. Batallar y batallar, contra nuestra propia reacción visceral e instintiva, esa que surge de la Animalidad o el Infierno y que desea mandar todo al c...
Por eso es una gran batalla, grande, en ocasiones gigantesca, porque, o detestamos nuestro sufrimiento, o detestamos ver a los demás sufrir por situaciones aún más complejas que las nuestras. Es una gran batalla que día a día debemos vencer, es un deber de nuestra parte. De nosotros, los que practicamos y tenemos fe en el Nam Miojo Rengue Kio.
Cada daimoku que pronunciamos debe surgir con la valentía de un guerrero, de un vikingo que no teme a nada de lo que enfrenta, capaz de decir que no importa gobierno, economía, enfermedad o persona que quiera tumbarnos, nos pararemos de frente al lado oscuro y actuaremos con la determinación propia de un Buda, de un Bodisatva de la tierra que sabe que su ejemplo inspirará a otros, que se unirán a la batalla contra toda manifestación del mal y así cada vez seremos más y más los guerreros que contribuyamos a la victoria sobre la gran batalla.
Fuerte abrazo para todos. Incluidos en mi daimoku de todos los días.
Hola Luis Alberto, muy acertada reflexión, es así, una batalla diaria, dónde la espada es la ley pero depende de nosotros usarla con sabiduría (Ysabel Velásquez, miembro desde 2019)
ResponderEliminarEsa gran batalla diaria tiene dos caras, una nos puede hundir en la desesperanza, frustración por todo lo aquí tan bien descrito. La otra nos debe impulsar,a vencer así nos caigamos, jamás sentirnos,derrotados. La victoria,la decidimos cada,uno con la fuerza de la Ley y coraje.
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