Febrero 27.
Faltando poco para completar la segunda década del siglo XX (hace 100 años y algo más) se inició la llamada Primera Guerra Mundial en una sociedad muy pero muy distinta a la nuestra con recursos tecnológicos y de comunicación muy inferiores en cuanto a su alcance. Incluso la segunda se llevó a cabo con menos, pero mucho menos poder de recursos bélicos que se tiene ahora. Fue el inicio del uso de armas nucleares que hoy en día son 10 y 100 veces más potentes.
Lo que vivimos hoy es la amplificación en un porcentaje grosero del alcance destructivo que la tecnología ha establecido como los estándares en el armamento. Hoy la deshumanización que la tecnología bélica ha logrado hace que destruir sociedades tenga el menor impacto sicológico en quien la ejecuta porque la realiza a demasiada distancia, lo que no permite evaluar la destrucción en primera persona (para el atacante).
Las mafias, que antes usaban palos y puñales, hoy tienen mejores armamentos que las propias fuerzas de seguridad en muchos casos, lo que los hace ejercer muchas veces un "gobierno de facto" en muchas sociedades en todo el mundo, causando sufrimiento, desplazamiento de familias y muerte.
Eso es el siglo XXI, millones de familias obligados a irse de su calle, de su pueblo, de su ciudad natal, para encontrar situaciones de mayor seguridad, bienestar y tranquilidad. El detalle es que en muchos casos esto último no se consigue de inmediato, y son miles los que seguirán desplazándose, otros miles seguirán padeciendo calamidades, y otros no soportarán el proceso y se rendirán. Sólo una minoría logra sobreponerse a las situaciones de conflicto aguda que se vive en todos los rincones del planeta para encontrar lo anhelado.
Como practicante del Budismo Nichiren creo en el concepto de transformación del karma y, como consecuencia de esto, la transformación del entorno para extraer de cualquier situación la protección, bienestar y tranquilidad que mi vida y la de todos a mi alrededor requieren. Para el Budismo Nichiren el que haya más y más personas entonando el daimoku del Nam Miojo Rengue Kio, es la clave fundamental para que toda sociedad transforme sus cimientos y establezca bases humanistas firmes, sólidas y en continua expansión. Ejemplo: Japón.
Aspirar una mejor familia, sociedad, país, humanidad, no debe ser sólo "un sueño", para nosotros, los miembros de la SGI, es una meta, que contiene puntos a lograr, faces a cumplir, objetivos a ir alcanzando. No es un sueño lejano e ilusorio.
Lo ilusorio es pensar en un orden mundial que se auto-regule en el corto plazo, en gobernantes que pongan a su pueblo como prioridad y no sus propios intereses que surgen del Hambre y la Animalidad (condiciones humanas). Iluso es pensar en que "los buenos" le ganarán a "los malos", sin mayores pérdidas siempre humanas. Iluso es pensar en alguien con suficiente poder para arreglar todo de un solo manotazo. Esa visión es necesaria transformarla por el concepto de revolución humana, que puede ser más lento y tedioso, pero es el más efectivo a largo plazo. Nuevamente, ejemplo: Japón.
A los que vivimos el XXI como producto de nuestro propio karma, es decir, aquellos que hicimos las causas en existencias pasadas para volver a nacer en el período que incluye el XXI, nos toca enfrentar una realidad que incluye obstáculos y manifestaciones del mal fundamental que no atacan a una comunidad de individuos, o a una sociedad o nación; lo que enfrentamos son efectos que impactan en el destino de toda, de toda la humanidad!!!
Con esto me refiero a que una pandemia como la que vivimos puede ser sólo antesala para otra más contundente aún, dicho por algún que otro especialista. Los desastres naturales como tsunamis, erupciones volcánicas o terremotos seguirán atacando en todas las latitudes, porque son parte de la naturaleza de nuestro planeta. Sumemos que no sólo hay dos o tres, sino SIETE países los que tienen arsenal de armas nucleares y otros tantos más que están buscando lograr su desarrollo. Esto pone a todos y cada uno de los seres humanos en una especie de "condición de rehenes de los que tienen el poder de apretar un botón".
Todos los que entonamos Nam Miojo Rengue Kio seguimos con firmeza de espíritu buscando mejorar las condiciones en las que vivimos, aún con toda la situación con distintos niveles de gravedad que vivimos unos y otros. Vamos resolviendo situaciones y logrando avances menores y mayores, pero siempre con la determinación de, sin importar las circunstancias, manifestar nuestro máximo potencial de ser humano, la Budeidad, para impactar positivamente nuestro entorno.
Son muchos, increíblemente muchos los pensadores, futuristas, filósofos y científicos que aseguran la aniquilación de la humanidad por sí misma, porque consideran que nuestro desarrollo o evolución no incluye la reflexión sobre el gran daño que hacemos al planeta y al propio género humano. Por otro lado también son muchos los que, como Daisaku Ikeda y amigos con los que ha mantenido diálogos muy profundos sobre el destino de la humanidad, confían en que existe un punto de inflexión que atraviesa toda sociedad en los que de manera irremediable sobrevive a su propia autodestrucción y crea nuevos fundamentos de crecimiento y desarrollo.
Ante esta diferencia de criterios ¿a quién le creemos? Mucho más importantes, ¿es realmente importante lo que creemos en este momento? Todos tenemos el derecho inalienable de creer lo que deseamos y a quien elegimos. Yo decido creer en la transformación de los cimientos de cada sociedad. Pero, lo que realmente importa es: ¿ESTOY ACTUANDO PARA TRANSFORMAR LO NECESARIO DEL XXI? Porque sea lo que sea lo que yo decida creer, lo que realmente impacta en el entorno son nuestras acciones, palabras y pensamientos. Si no estoy dispuesto a reflexionar y corregir lo necesario, no hay transformación posible.
Hay una carta de Nichiren que describe el mundo donde ya se vive el kosen-rufu y lo ilustra como un momento donde incluso la lluvia será como un rocío y los vientos no serán capaces se doblar las ramas de los árboles. Lo valioso de esta frase es que describe que cuando el kosen-rufu se vive, hasta la naturaleza responde para garantizar la armonía de todo lo vivo, porque nosotros, los seres humanos, llegamos a desarrollar tal condición de vida elevada, que todas nuestras acciones generan esa clase de energía vital basada en magnificar la vida en todas sus expresiones, logrando que la naturaleza reciba el cuidado que merece en todas sus manifestaciones.
Los que tenemos el karma de convivir en este XXI nos toca confrontar nuestro karma y el karma de la humanidad que incluye más formas de autodestrucción inmediatas que las generaciones de siglos anteriores. Aún habiendo enfrentado en siglos pasados epidemias que mataron a gran parte de la población mundial, hoy en día un par de botones aniquila al planeta.
Eso, lejos de causarnos un miedo paralizante, nos debe brindar la imagen de la tremenda responsabilidad y misión que tenemos al actuar como protagonistas del kosen-rufu cuando hacemos shakubuku, cuando nos preocupamos y actuamos por compartir la Ley Mística con más personas en mi entorno, cuando desarrollamos la sabiduría necesaria para comprender la razón y la raíz de todo sufrimiento propio y de la humanidad, que es la oscuridad fundamental que niega el surgimiento de la Budeidad innata en todo individuo.
Cumplamos nuestra misión, en el lugar donde estamos, en este momento, con todos a nuestro alrededor, y vivamos un XXI con toda la determinación de que seremos vencedores ante la oscuridad fundamental y manifestaremos nuestra Budeidad en esta existencia.
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