En algún momento del siglo pasado vi una película sobre "El Conde de Montecristo", era la versión de 1975 con Richard Chanberlain como protagonista. Antes de final de siglo me interesé en la novela escrita por Alexander Dumas, escritos francés del siglo XIX. Luego, Daisaku Ikeda contó que para Josei Toda esa era una de sus novelas favoritas, así que me interesé mucho más y terminé siendo fan de Dumas. En este siglo se estrenó una nueva versión con Jim Caviezel que me gustó mucho más, la he visto un par de veces y espero poder verla nuevamente pronto.
El Conde de Montecristo relata la historia de Edmundo Dantés, quien muy joven es víctima de una confabulación de sus "amigos" que lo traicionan y hacen que sea apresado falsamente acusado de traidor. En esa época, las cárceles de Europa eran diseñadas para que quien entraba, no saliera vivo. Después de intentar escapar y hasta suicidarse sin éxito, otro prisionero le da nuevas esperanzas de vivir y le comparte los datos de un tesoro escondido en la Isla de Montecristo. Después de lograr escapar, consigue el tesoro y se convierte en "El Conde de Montecristo".
Decide regresar a su pueblo con dos motivaciones principales, vengarse y recuperar a su amada. Esto último no es posible, pero su venganza se desarrolla por mucho tiempo y logra causar sufrimiento y desgracia en todos los que lo traicionaron. Llegado el momento reconoce que todo se le fue de las manos y muchos inocentes fueron alanzados por su odio vengativo. Además, jamás pudo volver a recuperar a su amada.
Recuerdo que el presidente Ikeda contaba que el señor Toda hablaba sobre el deseo de hacer justicia de Edmundo Dantés, y que él compartía la misma llama de darlo todo por la justicia, en el caso del señor Toda, en su corazón jamás se apagó la llama de comprobar a todo el Japón que su maestro, Tsunesaburo Makiguchi, fue un gran hombre que luchó por la paz y valores humanistas, lo que le produjo ser perseguido por el gobierno militarista del Japón terminando su vida en prisión. Para el señor Toda, parte integral de su existencia fue difundir ampliamente los pensamientos de su maestro Makiguchi, esa era su "venganza", su máximo ideal de justicia. Y lo logró. Hoy el pensamiento de Makiguchi es reconocido mundialmente gracias a la lucha el señor Toda y su discípulo, Daisaku Ikeda.
Todos debemos tener distintas motivaciones para actuar, para vivir. Todos debemos tener algo que nos apasione, que nos inspire a seguir desarrollando y expandiendo nuestras capacidades. Si no lo tenemos nuestra vida es oscura, apagada, lenta, monótona.
Cuando lo que nos inspira es efímero, no dura mucho esa pasión. Cuando lo que nos inspira es la fiesta, la rumba, la diversión, el "desorden", por lo general esa pasión es satisfecha de manera momentánea, no dura mucho la satisfacción, por lo que siempre se busca más y más de "eso" que nos divierte y apasiona. Todo lo anterior no es "malo" ni mucho menos, todos necesitamos la distracción y liberar la tensión de distintas maneras. Lo importante es que la vida no se puede dedicar a eso, debe haber algo mucho más profundo, más altruista, más humano/humanista para que nuestra existencia se mantenga con la energía vital inagotable que proviene de actuar pensando en un gran ideal, en una gran meta que nos inspira a expandir la vida al máximo.
El arte, la ciencia, la profesión, estudiar, la familia, el deporte, y muchas otras tantas cosas, son fuente de pasión eterna, fuente de inspiración y deseo de profundizar cada vez más. Cuando elegimos una disciplina y logramos que sea esa que me motiva a ser cada vez mejor, la felicidad y la satisfacción son parte natural de nuestra cotidianidad. Caso contrario, cuando lo que hacemos en la vida no nos proporciona esa felicidad y satisfacción, lo que obtenemos es tristeza, frustración, apatía y cansancio.
Hoy en día no es sencillo lograr vivir con pasión por lo que hacemos, la cotidianidad se come toda la energía vital en lograr sobrevivir a todos los conflictos y dificultades que enfrentamos. Sin embargo el Budismo Nichiren de la Soka Gakkai proporciona la sabiduría y la energía vital para encontrar la razón más sublime para dedicar nuestro día a día, nuestra existencia, sin dejar de hacer lo que hacemos, sin dejar de ser individuos únicos y diferentes al resto.
En la vida cotidiana enfrentamos tanta injusticia que podemos naturalizarla, pero no debemos permitirnos tal cosa. No es justo que nuestra economía individual y familiar sea tan precaria producto de políticas económicas deshumanizadas. No es justo que niños sean desatendidos y descuidados por un sistema educativo en tan mala situación. No es justo que el sistema de salud pública esté tan mal administrado. No es justo que la vida sea tan poco valorada y que eso se refleje en todos los aspectos de la sociedad. No es justo, pero es lo que vivimos, y jamás podemos olvidar que todo, todo en el universo, es producto de la causa y el efecto.
La justicia que promueve el budismo es muy superior a la legislatura que rige cualquier sociedad. Luchar por la justicia a través de la práctica del Budismo Nichiren implica reconocer la gran transformación que se requiere en los individuos que integran una sociedad para promover un origen de acciones diferente al egoísmo y más fundamentado en el humanismo, amor compasivo y sabiduría propios de una condición máxima como la Budeidad.
Dedicar la vida a la justicia y al amor... así como Edmundo Dantés... a la justicia de la Causalidad mística que logra transformar la raíz del sufrimiento como resultado de un daimoku profundo y sincero que se inspira en la felicidad de todos a nuestro alrededor. Dedicar la vida a recibir la justa retribución de nuestra revolución humana, que resulta de la profunda transformación de nuestras tendencias más negativas venciendo el odio, la avaricia y la ignorancia. Dedicar la vida a desarrollar el amor compasivo que nos vincula a todos a nuestro alrededor, que nos inspira a compartir la Ley Mística con nuestros seres queridos para que logren su propia revolución humana y así transformar nuestros hogares convirtiéndolos en oasis de felicidad y forja de individuos realmente humanistas.
El resumen y traducción de lo anterior, en la Soka Gakkai, se le llama kosen-rufu... Y Makiguchi, Toda e Ikeda han demostrado que no existe una razón de vida más altruista, proactiva y excelsa, que actuar para el logro del kosen-rufu en nuestra comunidad, sociedad y nación.
Sigamos trabajando para mejorar nuestra situación ciudadana, laboral, educativa, profesional, familiar y de salud. Jamás nos rindamos y no perdamos la pasión por comprobar a todos a nuestro alrededor el resultado que produce en Nam Miojo Rengue Kio en nuestra vida. Vivamos con el profundo objetivo de lograr un entorno de justicia, respeto y bienestar en donde sea que estemos e interactuemos con otros.
Seamos un Edmundo Dantés, un Josei Toda, un Daisaku Ikeda, con nuestra propia marca personal llenos de compromiso con la justicia mística de la causa y el efecto, con el amor compasivo que surge de la Budeidad. Vivamos motivados por el kosen-rufu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario