Sienfled es una serie que duró 9 temporadas, desde finales de los 80' hasta mediados de los 90'. Llegó a ser la serie más vista en EE.UU. y en muchos países del mundo. Su último capítulo, creo, fue visto por más de 70 millones de personas, cosa que ninguna otra serie ha logrado todavía. Fui fiel seguidor de cada capítulo y después que la estrenaron en Netflix en octubre de 2021, volví a ver todas las temporadas, esta vez "en orden". Podría volver a verla infinitas veces, aunque es un humor no apto para todos, en mi caso, me atrapa.
En capítulos cortos (menos de media hora), cuenta la cotidianidad de Jerry Seinfled y sus tres amigos. Todos, en mayor o menor proporción, tiene mañas, costumbres, maneras, que los hacen particulares y compatibles con muy poca gente. Por otro lado, justamente esas características hacen que muchos nos sintamos identificados con la forma en la que responden e interactúan con sus asuntos cotidianos.
La personalidad es un asunto muy particular que de hecho es una de las formas en la que se expresa nuestra individualidad. Somos únicos, puede que nos parezcamos a alguien, pero jamás seremos iguales a otros por completo, ni los gemelos más idénticos se expresarán de la misma manera ante su entorno. Para el budismo esto es parte de cómo se manifiesta nuestro karma, es decir, por karma vamos experimentando la estructuración de nuestra personalidad y los rasgos que nos van definiendo como individuos. Nuestro karma se expresa incluso desde cómo está conformado nuestro ADN, así que por eso somos irrepetibles, por karma.
En la serie Sienfled, los cuatro personajes principales, Jerry, George, Elaine y Kramer, durante todas las temporadas experimentan situaciones que por lo general terminan resolviéndose de manera negativa para ellos. Es decir, experimentan la manifestación de su mal karma. No consiguen lo que quieren, los rechazan, si alcanzan algún logro no demoran en retroceder, en fin, la "mala suerte" los persigue. Como sabemos, en el budismo la Ley de la Causalidad es imparcial e inequívoca. De hecho, el final de la serie es más que "trágico" y consecuente a lo que ha sido todo el relato de sus vidas durante 9 años.
De manera específica, se podría resumir sus desaventuras como el resultado de su falta de compromiso a realizar cambios en sus conductas, en no corregir las tendencias de sus acciones, sino que realizan una y otra vez las mismas causas basadas en el egoísmo y la ignorancia del potencial de transformación que tiene todo ser humano. En el caso de nuestra filosofía religiosa del Budismo Nichiren, sería lo opuesto a hacer revolución humana.
Y creo que la serie representa el mejor ejemplo de quienes no realizan su revolución humana, se niegan a revisar la fuente de sus acciones, a evaluar por qué reciben como retribución tantas adversidades y no logran trascender el círculo vicioso del mal karma. Porque la revolución humana es justamente eso, tener la valentía para revisarse y la fortaleza para corregirse a sí mismo.
Somos únicos y nuestra personalidad será siempre la misma. Podemos cambiar conductas con mucha disciplina y mejorar nuestras maneras con aprendizaje y dedicación. Pero, nuestro karma seguirá siendo "el mismo" si no corregimos la fuente o raíz de nuestras acciones. Mientras el origen de nuestras palabras pensamientos y acciones sea el egoísmo, el miedo, la inseguridad, la arrogancia, la prepotencia, los efectos que acumulamos estarán lejos de causarnos bienestar. Si logramos evaluar nuestra situación y asumir la responsabilidad total de nuestro presente y futuro, transformamos el origen de nuestras acciones por la convicción, la determinación, la sabiduría, el amor compasivo, la esperanza y la fortaleza inagotable de nuestra energía vital que es expresión directa de nada más y nada menos que la Ley Mística del universo, Nam Miojo Rengue Kio.
Cuando hacemos daimoku el objetivo claro es corregir nuestras conductas negativas para lograr transformar la base de nuestro crecimiento. El daimoku proporciona la sabiduría para identificar nuestros puntos débiles, pero también la fortaleza necesaria para corregir lo necesario. Si he construido relaciones personales dañinas, corrijo mi actitud para mejorarlas. Si he dañado relaciones que fueron buenas, desarrollo la valentía para corregir lo que causó daño y brindar bienestar. Si todavía soy negligente, tiendo a procrastinar, me rindo fácilmente o por el contrario soy tan vehemente que puedo atropellar a otros en mi deseo de mejorar, el daimoku debe brindarme la capacidad para corregir esas expresiones de mi personalidad para expandir mi mejor y máximo potencial.
Cuando logramos todo lo anterior realizamos revolución humana, que se expresa en una transformación de nuestra vida que vivenciamos en todo nuestro entorno. Nuestro cambio es reconocible y apreciable por otros que logran ver la transformación para bien de nuestra personalidad. Lo que expone el Budismo Nichiren es que por esta razón es que aparecen los beneficios, la buena fortuna se expresa como consecuencia directa de nuestra revolución humana. Por eso la premisa del budismo es que toda transformación o logro de alguna meta propuesta, surge primero del cambio que se produce dentro de nosotros. Siempre de adentro hacia afuera.
Lo más destacable de todo esto es que seguimos siendo nosotros mismos, no nos convertimos en otra persona, no cambiamos nuestro ADN ni nuestra personalidad. Eso, científicamente, es imposible. Lo que sucede es que expresamos la mejor versión de nosotros mismos, vivimos basados en la continua renovación de nuestro potencial que se va expresando en cambios positivos en nuestra vida, logramos superar barreras, expandir capacidades, corregir tendencias que no causan bienestar por nuevas maneras de producir beneficios a todos a nuestro alrededor.
Cuando uno no cambia no puede aspirar a la transformación de su vida. El cambio necesario se debe producir en lo más profundo de la vida, en la ruptura del círculo vicioso de validar posturas erróneas ante la vida por nuevas convicciones basadas en la manifestación de nuestro máximo potencial, nuestra condición de Buda. Eso es hacer revolución humana. Y cuando uno cambia, ¡cambia todo!
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