Hubo un niño que fue muy especial, era más ágil que sus compañeros y su inteligencia también destacaba del resto. Su propia concepción fue "especial". Este niño fue educado para ser todo un caballero, un guerrero del bien. Y así fue creciendo, desarrollando aún más sus habilidades naturales hasta llegar a ser un joven muy capaz de conducir retos especiales salvando a otros pueblos y naciones de la injusticia, mientras comandaba a otros que lo respetaban por sus destrezas y fortaleza de sus principios. Tuvo que alejarse de su madre y por soñar con que ella sufría volvió a su antiguo pueblo a buscarla. La encontró torturada y murió en sus brazos.
Esto desató y liberó algo que ya estaba en él, ya sentía un resentimiento, tristeza, miedo y frustración que con la muerte de su madre se amplificó y por más que intentó frenar estos sentimientos que no crean, sino destruyen, no lo logró. Se enamoró y embarazó a su amada. Y comenzó también a soñar con la muerte de su amada, lo que lo llenó aún más del miedo a perder a su ser amado. Esto iba haciendo crecer una gran inseguridad sobre sus acciones enfocadas al bien, donde no encontraba la seguridad de poder proteger a su amada y otros seres queridos.
Es entonces manipulado por un ser mucho más hábil que le ofrece enseñarle a manejar sus habilidades sin restricciones ni límites, lo que le permitiría salvar a su amada incluso de la inevitable muerte. Logró ganar la confianza de este joven guerrero, lo manipuló, se aprovechó de su miedo, inseguridad y frustración, y también de sus ideas revolucionarias y hasta autoritarias, para hacerlo su discípulo incondicional y rendido.
Este joven guerrero, extremadamente hábil y poderoso, ahora es manejado por un maestro del mal, que lo impulsa a unirse a su proyecto en el establecimiento de un imperio, que sustituiría a una unión de repúblicas democráticas y libres. Así, nace el más grande guerrero del mal de su época, Darth Vader.
Con el tiempo, y siendo un comandante que infundía miedo sobre el resto, tanto enemigos como aliados, es inspirado por su maestro a unir en sus filas a su hijo, que también ha desarrollado grandes habilidades de guerrero. Después de batallar frente a frente, y por la fortaleza de espíritu de su hijo, el guerrero del mal Darth Vader, renuncia a seguir siendo discípulo del emperador del mal y se redime ante su hijo, salvándolo de la muerte, pero quedando él mismo herido de muerte. sus últimos momentos son para disfrutar del perdón de su hijo y morir "en paz".
Lo anterior es un mega resumen del hilo principal de gran parte de la historia de La Guerra de la Galaxias. En las series adicionales y en las películas más nuevas los personajes, o giran entorno a este padre e hijo, o ya pertenecen a una nueva generación. Sin embargo, todos, sin excepción, se enfrentan continuamente a evaluar "de qué lado de la fuerza" están luchando, ¿por el bien o por el mal?
Incluso hay algo cíclico en toda la serie y es la aparición de villanos que representan los antivalores, lo contrario a la creación de valor, que actúan para construir el imperio basado en la opresión y la autoridad de fuerza, suprimiendo la libertad de los seres y así gobernar con comodidad sobre todas las naciones.
En toda la serie los "rebeldes" batallan para vencer a los gobiernos autoritarios, a los autócratas con ansias de poder. Siempre hay guerreros del bien enfrentando a los del mal. Pero, en ocasiones, los guerreros del bien terminan actuando con las mismas estrategias que los del mal, y esto, lejos de corregir el sufrimiento, lo acentúa.
Los líderes que buscan manipular y dominar a la mayoría siempre encuentran quien no sólo los siga, sino quienes vayan a la batalla por sus intenciones autocráticas. En esta saga los principales guerreros del mal son androides o clones hechos "a la medida", que carecen de libre albedrío y son creados para seguir órdenes de los comandantes del mal. Esto resultar lógico en la saga, pero en la vida real no es necesario sustituir a soldados por androides o clones sin juicio propio, los ejércitos están integrados por soldados que actúan siguiendo órdenes de destruir, matar y aniquilar al enemigo. Algunos actúan con consciencia, otros hasta con placer, pero en cualquier caso la formación de los soldados se basa en su irrestricta fidelidad a la línea de comando y a seguir órdenes sin dudar. Esto, también es fácilmente usado por el mal fundamental de nuestra humanidad.
Para el budismo existe la máxima de que tanto el bien como el mal coexisten, no aparece uno sin que el otro esté latente o incluso manifiesto con igual intensidad. De hecho, para el budismo el bien y el mal coexisten dentro de cada uno de nosotros. Por eso, según la fortaleza de nuestros valores y principios filosóficos, podemos ser entes del bien o del mal.
Actuar para el mal es se pasivos ante la injusticia, ser vencidos por el miedo al cambio, a la confrontación de lo que no está bien. Somos entes del mal cuando actuamos con autoritarismo en el propio hogar, sin considerar si causamos sufrimiento innecesario a nuestros familiares y amigos. Esto no quiere decir ser faltos de autoridad o respeto, porque la negligencia de no actuar con firmeza disciplinaria en la formación de los más jóvenes, también puede hacernos entes del mal, por contribuir a la formación de individuos inescrupulosos y faltos de respeto hacia quienes lo rodean.
Ser un emisario del bien implica ser fuertes, valientes, para enfrentar las tentaciones del mal y salir airosos. El mal nos tienta a tomar lo que es de otro, a perseguir metas basadas en lo superficial, prestando más atención a las apariencias que a lo que hay en nuestro corazón. El mal nos tienta a odiar a quien no nos da lo que queremos, a echarle la culpa de nuestro sufrimiento y no asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. Por esto y mucho más, ser un emisario del bien siempre requerirá de mucha más fortaleza de nuestras convicciones humanas.
Convivir con nuestras tendencias negativas debe hacernos más fuertes, más sabios, aprender a manejar nuestros propios instintos animales y ser "maestros de nuestra mente", solicitud de Nichiren que logramos con el daimoku de Nam Miojo Rengue Kio.
Un emisario del bien tiene un maestro que le transmite todo lo que necesita para sobreponerse al mal, un maestro que le muestra cómo se combate y se sale victorioso de las batallas contra la oscuridad fundamental. Este maestro debe ser elegido por nosotros, no puede ser impuesto. Yo elijo a Daisaku Ikeda como mi maestro en la batalla contra el mal. Mi decisión es ser un digno guerrero del bien fundamental, de la Ley Mística.
Debemos seguir siendo protagonistas y vencedores de nuestra propia batalla entre el bien y el mal, no sólo "afuera", sino mucho más importante aún, "dentro" de nuestra propia vida.
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