Antes que comenzara este siglo (1999) surgió una trilogía dirigida por los hermanos Wachowski (hoy, hermanas Wachowski) quienes han tenido vínculos con la filosofía oriental, así que su trama está llena de posturas muy cercanas al budismo en general. Fueron tres películas de ciencia ficción que revolucionaron el género por abordar la "realidad" como una "simulación". Es decir, lo que viven los personajes es consecuencia de lo que un programa de computadoras muy avanzadas, hace que los seres humanos vivan creyendo que es su realidad, mientras lo que sucede es que los seres humanos "sueñan" que viven esta realidad mientras son mantenidos en incubadoras que los mantienen vivos sólo para surtir de energía eléctrica a estas súper computadores.
Hay una pequeña cantidad de seres humanos que fueron "liberados" de estas incubadoras y viven en el futuro apocalíptico que es "la realidad verdadera" de cómo está el mundo en estos siglos más adelante de nuestra época. Humanos y máquinas viven en constante confrontación porque los primeros desean sobrevivir al constante asedio de máquinas que evitan el crecimiento de estos humanos libres.
Al principio, el planeamiento de la película es sumamente atractivo desde la perspectiva de lo fácil que es vivir en una "ilusión", porque nuestra mente interpreta que lo que vive es real sólo por el funcionamiento de la química de nuestro cerebro. Por eso es tan común soñar y sentir que es muy real.
A veces esto es más sutil y somos víctimas de lo que nuestra mente "percibe" o "entiende", cosas que luego captamos como situaciones que "malinterpretamos", porque sucede algo que nos hace ver la realidad "tal cual es". Ya desde esta perspectiva, el budismo expone el principio de "purificar los sentidos" para poder captar todo a nuestro alrededor de la manera más clara y precisa, y así poder reaccionar con la medida justa actuando basados en la Causalidad de las cosas con madurez de pensamiento, y no con instintos primitivos o infantiles.
Justo el clímax de esta historia es cuando el protagonista descubre quién es, para qué existe y su infinito potencial de manipular esa realidad alterna que han usado las máquinas para dominarlo. Eso, filosóficamente hablando, es lo mismo que sucede cuando despertamos a nuestra misión de vida, a la razón de nuestra existencia como seres humanos.
Descubrir la razón de nuestra existencia es quizás la mayor tarea que nos encontramos a través de toda nuestra vida. Los sueños y deseos de niñez a veces son formados y desarrollados en la adolescencia y madurez; a veces no, esos primeros conceptos de "lo que queremos ser" cambian de rumbo rotundamente y las necesidades terminan moldeando una resolución distinta a nuestras aspiraciones.
Daisaku Ikeda establece que si nos planteamos la interrogante de "para qué vivimos", la respuesta inmediata debe ser: para ser felices. Y sí, nuestra misión de vida debe ser dedicarnos a ser felices. El concepto comienza a expandirse cuando el budismo expone cómo lograr esa felicidad verdadera, sustentable, sostenible, absoluta. El Nam Miojo Rengue Kio fue establecido por Nichiren para llegar a esta condición máxima llamada Budeidad.
Para el budismo, la felicidad depende de nuestra capacidad para reconocer varios factores que debemos aplicar en nuestra vida cotidiana:
- El ser humano desarrolla su máxima identidad (como humano) cuando vincula su felicidad a su capacidad de brindar bienestar (crear valor) a su alrededor.
- La realidad es la sucesión de eventos que son consecuencia de causas y efectos, por lo que mi realidad futura responde a causas del presente. Si quiero un futuro distinto al que vivo (efectos mejores), debo realizar causas diferentes en el presente (causas más positivas).
- Todo lo que recibo de mi entorno (individuos y situaciones) lo procesaré de la manera correcta elevando mi condición de vida. Si actúo con avaricia, ira o estupidez, todo lo que percibo estará distorsionado; si actúo desde mi naturaleza de Buda, percibiré todo con la pureza necesaria para transformar mi karma.
- Cuando actúo como un Bodisatva de la Tierra - atento de ofrecer aliento e inspiración a todo el necesite transformar su destino, transmitiendo la Ley Mística con mi propio ejemplo - extraigo mi máximo potencial y cumplo con mi rol esencial como ser humano.
- Mi realidad, lo que vivo, lo que soy, es como se expresa mi karma. Transformar mi karma, vencer sobre mis limitaciones, cambiar mis realidades negativas y experimentar el beneficio del daimoku, la reflexión y la corrección de mis causas, es mi misión de vida. Como diría el "Arquitecto" de Matrix, "ergo", Karma es = Misión.
Mi misión es transformar cada aspecto que no disfruto de mi realidad, vencer mis aspectos negativos que se expresan en cada faceta anterior, contribuir a la revolución humana de otros a mi alrededor, sembrar la semilla del Nam Miojo Rengue Kio en cada vez más vidas vinculadas a la mía, mostrar la validez de la Ley Mística con mi propia vida, con mi propia transformación. Cuando logro esto, cumplo con mi misión.
Y quizás lo más resaltante de nuestra misión, es que es única e irrepetible tal como cada uno de nosotros. En Matrix, Neo descubre su misión muy a su pesar e incredulidad, luego asume cumplirla. Pero a su alrededor hay otros que también deben cumplir su propio rol para lograr la supervivencia de la especie humana. Cada individuo debe asumir la responsabilidad de actuar y lograr lo que le corresponde en la historia. Sino, el resultado será la extinción.
En nuestra vida, al asumir nuestra misión iniciamos una honda expansiva que va inspirando a otros a realizar el mismo proceso, y cada quien mantiene su propia individualidad, su propia misión... que es cambiar su propio karma.
Termino recordando que el señor Toda, maestro de Ikeda, decía que la forma más rápida y directa de transformar el karma es propagando la Ley Mística del Nam Miojo Rengue Kio, es decir, actuar como un Bodisatva de la Tierra. La razón es clara, al propagar abrimos nuestra vida, vencemos el egoísmo y el miedo, actuamos con máximo amor compasivo, la sabiduría surge para decir las palabras apropiadas con el tono correcto en el momento preciso. Así, todo se resume a esto: mi misión (que es mi karma - que es sólo mío), la cumplo al actuar como Bodisatva de la Tierra.
Mi misión es sólo mía. Yo la cumplo, día a día cuando extraigo mi identidad primigenia de Buda, y reconozco mi vínculo irrompible con la felicidad de todos a mi alrededor.
Excelente explicación a través de este analisis con la película,mis felicitaciones
ResponderEliminarEs impresionante la narrativa que me trae a la mente la frase del Daishonin: "Ningún asunto dr la vida diaria o del trabajo difierere de la realidad fundamental" es decir todo en nuestra vida acontece con relación a La Ley que practicamos. Vivamos cada día, nuestra única misión basados en nuestra práctica de Nam miojo rengue kio y avanzemos aunque sea un solo paso a la vez."
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