viernes, 24 de marzo de 2023

Orbitar la Ley Mística

ÓRBITA:


1. Trayectoria curva que describe un cuerpo en su movimiento alrededor de un centro.
2. Ámbito en que se percibe la influencia de algo o de alguien. 


En la vida podemos experimentar las dos cosas, porque constantemente tenemos algo o alguien que pasa a ser el centro de nuestra vida; o pasamos a ser esa persona que se convierte en el centro de otra. Ambos casos pueden ser fuente de una sensación de bienestar temporal que terminará por producir mucha incomodidad y sufrimiento, porque, en ambos casos, el respeto a la vida propia y de los demás es opacado por la dependencia o codependencia, que en ningún caso es sinónimo de verdadero amor o felicidad.

Los hijos, los padres, la familia, la pareja, los amigos, el trabajo, el pasatiempo… son muchas las opciones que tenemos para centrar nuestra vida en ello, por sentir que de ahí surge lo que nos hace realmente felices. 

Crecer y madurar implica reconocer qué merece recibir nuestra atención, vamos corrigiendo invertir tiempo y energía en aquellas cosas que no nos brindan los beneficios a corto, mediano y largo plazo, aprovechamos mejor el tiempo y le damos la importancia que merece cada aspecto y escenario de nuestra vida. Significa esto que nos tenemos que divertir menos? En realidad no, más bien disfrutamos de manera más profunda de todo y todos a nuestro alrededor, porque establecemos prioridades con nuevos parámetros, no basados en dependencias, codependencias o placeres momentáneos.

Orbitar alrededor del juego de azar, la calle, la fiesta, el placer, lo que puede ocasionar es que desarrollemos una adicción. En ese caso, el sufrimiento estará garantizado.

El objetivo debe ser consolidad una filosofía de vida en nuestro centro que nos permita discernir con firmeza y constancia cuáles son los valores a desarrollar en nuestra cotidianidad.

Cuando nos conectamos a una filosofía religiosa como el Budismo Nichiren, logramos aprender nuevas formas de expresar nuestro interés y disfrutar de lo que nos satisface y enfocamos nuestra energía de forma más efectiva para lograr impactar positivamente a quien nos rodea, nuestros seres queridos reciben la atención que merecen sin despojarnos del control de nuestro tiempo y acciones.

De hecho, lo que Nichiren mostró con su vida es que, al poner a Nam Miojo Rengue Kio como centro de nuestra vida, todos los aspectos de nuestra existencia pasan a orbitar a la distancia justa y precisa para no causar el desbalance que ocasiona sufrimiento y desastre.

La Tierra tiene como satélite a la Luna. A veces somos como la Luna, y orbitamos ante una sola gran cosa que hace nuestra existencia totalmente dependiente de "eso". Nuestra vida se vuelve "monotemática" y perdemos de vista cosas tan o más importantes que ese centro al cual orbitamos.

Cuando nuestra práctica del Nam Miojo Rengue Kio es continua nos volvemos como Júpiter, que a la fecha tiene 92 lunas confirmadas. Desarrollamos nuestra máxima capacidad para alcanzar un equilibrio tal, que aprendemos a ocuparnos de cada aspecto de nuestra vida en justa medida. Poseemos una fuente inagotable de energía vital, sabiduría, amor compasivo, fortaleza… lo que llamamos Budeidad.

Si la Budeidad se establece como centro de nuestra vida, disfrutamos todas las facetas que vivimos en el día a día. Además esa Budeidad es la que logra la atracción de buena fortuna y el cambio de karma negativo,  que no sucede cuando el centro de nuestra vida es cualquier otra cosa. 

La Budeidad hace que en nuestra cotidianidad haya espacio para propagar la Ley Mística, para participar de actividades de la SGIV, para actuar por el kosen-rufu.

Al final, con el daimoku presente diariamente pasamos a ser como el Sol y logramos mantener en equilibrio perfecto a todos los seres humanos a nuestro alrededor, familiares y amigos, trabajo, juegos y placeres, siempre en continuo movimiento. El kosen-rufu pasa a ser una aspecto importante de nuestro día a día y podemos atender todo compromiso social y laboral sin desatender nuestra práctica del daimoku y demás actividades de la SGIV. Todo en perfecto equilibrio.

El Nam Miojo Rengue Kio debe ser nuestro centro, la fuente de eterna sabiduría y energía vital. Y eso no es otra cosa que vivir lo que está graficado en el Gojonzon, que tiene escrito en el centro, en letras más grandes y gruesas "Nam Miojo Rengue Kio - Nichiren". Todo lo que aparece en el Gojonzon, que representa el resto de los aspectos que vive todo ser vivo, está orbitando en torno a la Ley Mística, cada nombre y frase que aparece está colocado para mostrar cómo está en perfecto equilibrio a la unión de "persona y Ley".

A través del ejemplo de Daisaku Ikeda y de todo lo que conocemos de los dos primeros presidente de la Soka Gakkai por él, tenemos una muestra de primera mano de lo que significa poner la vida en órbita de la Ley Mística. Cada uno de nosotros, sin perder nuestra propia identidad y autenticidad, podemos vivir de la misma manera y disfrutar de todo mientras generamos el valor que merece nuestra vida y la de todos a nuestro alrededor.


#NMRK

L.A.


sábado, 26 de marzo de 2022

Qué nos hace "humanos"?...

Hay muchas películas sobre la presencia de robots con inteligencia artificial que terminan conquistando a la humanidad. Hoy en día se avanza mucho más en este campo de la tecnología, máquinas que procesan datos y la información que reciben de su entorno cada vez mejor y es cuestión de tiempo para que hayan "robots" en cada vez más hogares.

Aunque muchas de las más famosas películas exponen futuros apocalípticos y la conquista irremediable de los humanos por las máquinas, hay una que me encanta por su planteamiento más bien esperanzador y humanista. Me refiero a la película de 1999 "El hombre bicentenario", protagonizada por el ya fallecido Robin Williams.

La película es basada en el libro "The Bicentennial Man", de uno de mis escritores favoritos, Isaac Asimov, que también escribió por ejemplo "Yo, Robot", también con una visión "esperanzadora" del avance de la tecnología y la inteligencia artificial.

En la historia, la humanidad ha llegado a un avance tal que en los hogares ya puede existir un robot capaz de realizar las tareas de atención, mantenimiento y limpieza. Así, una familia obtiene uno de estos robots. Por ser elaborado de piezas mecánicas, de cada vez mejor calidad, es una máquina que "no muere", más bien es continuamente "actualizado" logrando existir muchos años, más de 200.

Por esto, mientras la familia de sus dueños va creciendo, envejeciendo y muriendo, este robot se mantiene activo por varias generaciones, logrando mantenerse en contacto con la descendencia de la familia que lo "compró". Durante su "existencia", su software va desarrollándose de tal manera que comienza a entenderse a sí mismo como "un ser", no como "una cosa", y en su interacción con su dueño original, y luego con la descendencia de su familia dueña, va construyendo una identidad más propia de un ser vivo que de una máquina.

Al pasar los dos siglos, este robot solicita ser reconocido como "un ser", y el asunto llega a la máxima institución que gobierna esa sociedad. Este robot había llegado a reformarse con el objetivo de llegar a morir, y así fallecer junto a la mujer que llegó a amar y que llegó a amarlo. Su deseo era manifestar incluso esa condición humana: poder morir.

La historia hace reflexionar de manera extraordinaria sobre qué es lo que nos hace humanos, qué característica nos hace ser individuos, ser reconocidos como personas con todos los derechos y obligaciones que eso involucra... un ser vivo y "pensante".

El hecho de ser un organismo biológicamente "vivo", no es suficiente para ser llamados "humanos". Pensar, tener conciencia... Hoy en día hay máquinas que procesan información con la capacidad de ir construyendo juicios de valor sobre lo más conveniente a responder y cómo proceder, incluso cómo proteger y garantizar el bienestar de los humanos. Por otro lado, vemos individuos capaces de realizar acciones salvajes que podemos identificar como "inhumanas", por carecer de toda muestra de aceptación de sus congéneres y por diferencias de género, culturales, religiosas, ideológicas o políticas, destruyen, eliminan seres humanos con tal grado de maldad que sus acciones las calificamos de "animales", por parecer carentes del raciocinio de un ser humano.

"El hombre bicentenario" fue "construido" para ser servil, fiel, cuidar y proteger a su familia "dueña". Los humanos tenemos el potencial para forjar individuos capaces de actuar con la profunda conciencia de producir bienestar a su entorno, lo que la filosofía budista de la Soka Gakkai denomina como crear valor. Todo el que desee manifestar su más esencial característica humana, debe profundizar en este aspecto. Sólo cuando podemos transmitir esta premisa humana, podemos ser reconocidos como un ser humano pleno.

Todos nos desarrollamos en entornos distintos, nuestros padres fueron distintos, nuestros maestros, amigos de infancia, amigos en la adolescencia, en la adultez. Todos los individuos que integran nuestro círculo vital contribuyen a formar nuestras ideas y valores. Leemos, vemos, escuchamos, hoy tenemos redes sociales, y todo eso influye en la construcción de nuestros valores y forman nuestros criterios. Cuando contamos con una base sólida de una filosofía de vida que nos inspira a expandir nuestro potencial humanista, no importa lo que recibimos del entorno, somos capaces de procesar, filtrar y grabar en nuestra vida todo lo que genere crecimiento y desarrollo de nuestro humanismo. Por eso es tan importante la elección de la filosofía de vida más apropiada, de la religión más acertada para la manifestación de nuestro máximo potencial humano.

Inclusive si hemos vivido grandes desgracias, situaciones de mucha violencia y abuso, conflictos familiares o sociales, somos capaces de trascender cualquier trauma y no vivir estancados en el resentimiento, odio o deseo de venganza, y más bien vivir con esperanza, determinación y la reflexión necesaria para transformar la raíz de todo sufrimiento que nos haya tocado vivir, para por el contrario manifestar la plenitud propia de la condición máxima inherente a nuestra vida, la Budeidad que se manifiesta con la entonación de cada Nam Miojo Rengue Kio.

Manifestar el humanismo no sale siempre natural, hay que hacer un esfuerzo para manifestar nuestra parte humana. Vivir con la consciencia de ser humano requiere de mucha convicción y fortaleza, para eso realizamos daimoku, para mantener siempre activa nuestra determinación a actuar con el humanismo que requiere nuestra vida cotidiana. A veces nos saldrá "más natural" el deseo de atacar, destruir y causar daño a otro ser humano. Con "justificación" o no. Más allá de lo único de cada situación, nuestra determinación debe basarse en el firme compromiso de generar humanismo, actuar con la convicción de que la Ley de Causa y Efecto es imparcial y irrestricta en su manifestación, por lo que el resultado de toda acción traerá las consecuencias justas y apropiadas para todo.

Lo que nos hace más humanos es nuestra capacidad de pensar y actuar por y para el bienestar común. El egoísmo, innato y parte de cada uno de nosotros, existe para ser vencido por nuestra Budeidad, capaz de transmitir la grandeza de ser un individuo capaz de brindar aliento, esperanza, convicción y determinación con nuestras propia vida. Ser un humano auténtico requiere de convicción en la capacidad de transformar nuestro karma negativo, capaces de transformar el sufrimiento por felicidad verdadera, vencer nuestras tendencias al odio y la venganza por la confianza en la causalidad que implica la determinación de transformar el corazón de todos a nuestro alrededor.

Recuerdo la primera vez que leí de Daisaku Ikeda la frase gosho donde Nichiren dice que un ser humano requiere de un maestro, de lo contrario sus órganos sensoriales no serán más que los de un animal. Nichiren fue extraordinariamente estricto con esa frase. Al final, la vida demuestra que es así. Cuando somos formados y seguimos a un maestro que nos inspira a ser mejores seres humanos, nuestro cuerpo, nuestra energía vital, manifiestan todo su máximo potencial de Buda.

Vivamos con verdadero humanismo, eso nos hace eternos...

miércoles, 23 de marzo de 2022

Qué nos motiva a vivir...

En algún momento del siglo pasado vi una película sobre "El Conde de Montecristo", era la versión de 1975 con Richard Chanberlain como protagonista. Antes de final de siglo me interesé en la novela escrita por Alexander Dumas, escritos francés del siglo XIX. Luego, Daisaku Ikeda contó que para Josei Toda esa era una de sus novelas favoritas, así que me interesé mucho más y terminé siendo fan de Dumas. En este siglo se estrenó una nueva versión con Jim Caviezel que me gustó mucho más, la he visto un par de veces y espero poder verla nuevamente pronto.

El Conde de Montecristo relata la historia de Edmundo Dantés, quien muy joven es víctima de una confabulación de sus "amigos" que lo traicionan y hacen que sea apresado falsamente acusado de traidor. En esa época, las cárceles de Europa eran diseñadas para que quien entraba, no saliera vivo. Después de intentar escapar y hasta suicidarse sin éxito, otro prisionero le da nuevas esperanzas de vivir y le comparte los datos de un tesoro escondido en la Isla de Montecristo. Después de lograr escapar, consigue el tesoro y se convierte en "El Conde de Montecristo". 

Decide regresar a su pueblo con dos motivaciones principales, vengarse y recuperar a su amada. Esto último no es posible, pero su venganza se desarrolla por mucho tiempo y logra causar sufrimiento y desgracia en todos los que lo traicionaron. Llegado el momento reconoce que todo se le fue de las manos y muchos inocentes fueron alanzados por su odio vengativo. Además, jamás pudo volver a recuperar a su amada.

Recuerdo que el presidente Ikeda contaba que el señor Toda hablaba sobre el deseo de hacer justicia de Edmundo Dantés, y que él compartía la misma llama de darlo todo por la justicia, en el caso del señor Toda, en su corazón jamás se apagó la llama de comprobar a todo el Japón que su maestro, Tsunesaburo Makiguchi, fue un gran hombre que luchó por la paz y valores humanistas, lo que le produjo ser perseguido por el gobierno militarista del Japón terminando su vida en prisión. Para el señor Toda, parte integral de su existencia fue difundir ampliamente los pensamientos de su maestro Makiguchi, esa era su "venganza", su máximo ideal de justicia. Y lo logró. Hoy el pensamiento de Makiguchi es reconocido mundialmente gracias a la lucha el señor Toda y su discípulo, Daisaku Ikeda.

Todos debemos tener distintas motivaciones para actuar, para vivir. Todos debemos tener algo que nos apasione, que nos inspire a seguir desarrollando y expandiendo nuestras capacidades. Si no lo tenemos nuestra vida es oscura, apagada, lenta, monótona. 

Cuando lo que nos inspira es efímero, no dura mucho esa pasión. Cuando lo que nos inspira es la fiesta, la rumba, la diversión, el "desorden", por lo general esa pasión es satisfecha de manera momentánea, no dura mucho la satisfacción, por lo que siempre se busca más y más de "eso" que nos divierte y apasiona. Todo lo anterior no es "malo" ni mucho menos, todos necesitamos la distracción y liberar la tensión de distintas maneras. Lo importante es que la vida no se puede dedicar a eso, debe haber algo mucho más profundo, más altruista, más humano/humanista para que nuestra existencia se mantenga con la energía vital inagotable que proviene de actuar pensando en un gran ideal, en una gran meta que nos inspira a expandir la vida al máximo.

El arte, la ciencia, la profesión, estudiar, la familia, el deporte, y muchas otras tantas cosas, son fuente de pasión eterna, fuente de inspiración y deseo de profundizar cada vez más. Cuando elegimos una disciplina y logramos que sea esa que me motiva a ser cada vez mejor, la felicidad y la satisfacción son parte natural de nuestra cotidianidad. Caso contrario, cuando lo que hacemos en la vida no nos proporciona esa felicidad y satisfacción, lo que obtenemos es tristeza, frustración, apatía y cansancio.

Hoy en día no es sencillo lograr vivir con pasión por lo que hacemos, la cotidianidad se come toda la energía vital en lograr sobrevivir a todos los conflictos y dificultades que enfrentamos. Sin embargo el Budismo Nichiren de la Soka Gakkai proporciona la sabiduría y la energía vital para encontrar la razón más sublime para dedicar nuestro día a día, nuestra existencia, sin dejar de hacer lo que hacemos, sin dejar de ser individuos únicos y diferentes al resto.

En la vida cotidiana enfrentamos tanta injusticia que podemos naturalizarla, pero no debemos permitirnos tal cosa. No es justo que nuestra economía individual y familiar sea tan precaria producto de políticas económicas deshumanizadas. No es justo que niños sean desatendidos y descuidados por un sistema educativo en tan mala situación. No es justo que el sistema de salud pública esté tan mal administrado. No es justo que la vida sea tan poco valorada y que eso se refleje en todos los aspectos de la sociedad. No es justo, pero es lo que vivimos, y jamás podemos olvidar que todo, todo en el universo, es producto de la causa y el efecto.

La justicia que promueve el budismo es muy superior a la legislatura que rige cualquier sociedad. Luchar por la justicia a través de la práctica del Budismo Nichiren implica reconocer la gran transformación que se requiere en los individuos que integran una sociedad para promover un origen de acciones diferente al egoísmo y más fundamentado en el humanismo, amor compasivo y sabiduría propios de una condición máxima como la Budeidad.

Dedicar la vida a la justicia y al amor... así como Edmundo Dantés... a la justicia de la Causalidad mística que logra transformar la raíz del sufrimiento como resultado de un daimoku profundo y sincero que se inspira en la felicidad de todos a nuestro alrededor. Dedicar la vida a recibir la justa retribución de nuestra revolución humana, que resulta de la profunda transformación de nuestras tendencias más negativas venciendo el odio, la avaricia y la ignorancia. Dedicar la vida a desarrollar el amor compasivo que nos vincula a todos a nuestro alrededor, que nos inspira a compartir la Ley Mística con nuestros seres queridos para que logren su propia revolución humana y así transformar nuestros hogares convirtiéndolos en oasis de felicidad y forja de individuos realmente humanistas.

El resumen y traducción de lo anterior, en la Soka Gakkai, se le llama kosen-rufu... Y Makiguchi, Toda e Ikeda han demostrado que no existe una razón de vida más altruista, proactiva y excelsa, que actuar para el logro del kosen-rufu en nuestra comunidad, sociedad y nación.

Sigamos trabajando para mejorar nuestra situación ciudadana, laboral, educativa, profesional, familiar y de salud. Jamás nos rindamos y no perdamos la pasión por comprobar a todos a nuestro alrededor el resultado que produce en Nam Miojo Rengue Kio en nuestra vida. Vivamos con el profundo objetivo de lograr un entorno de justicia, respeto y bienestar en donde sea que estemos e interactuemos con otros. 

Seamos un Edmundo Dantés, un Josei Toda, un Daisaku Ikeda, con nuestra propia marca personal llenos de compromiso con la justicia mística de la causa y el efecto, con el amor compasivo que surge de la Budeidad. Vivamos motivados por el kosen-rufu.

lunes, 14 de marzo de 2022

Descubrir nuestra misión, única e irreemplazable... (Matrix)

Antes que comenzara este siglo (1999) surgió una trilogía dirigida por los hermanos Wachowski (hoy, hermanas Wachowski) quienes han tenido vínculos con la filosofía oriental, así que su trama está llena de posturas muy cercanas al budismo en general. Fueron tres películas de ciencia ficción que revolucionaron el género por abordar la "realidad" como una "simulación". Es decir, lo que viven los personajes es consecuencia de lo que un programa de computadoras muy avanzadas, hace que los seres humanos vivan creyendo que es su realidad, mientras lo que sucede es que los seres humanos "sueñan" que viven esta realidad mientras son mantenidos en incubadoras que los mantienen vivos sólo para surtir de energía eléctrica a estas súper computadores.

Hay una pequeña cantidad de seres humanos que fueron "liberados" de estas incubadoras y viven en el futuro apocalíptico que es "la realidad verdadera" de cómo está el mundo en estos siglos más adelante de nuestra época. Humanos y máquinas viven en constante confrontación porque los primeros desean sobrevivir al constante asedio de máquinas que evitan el crecimiento de estos humanos libres.

Al principio, el planeamiento de la película es sumamente atractivo desde la perspectiva de lo fácil que es vivir en una "ilusión", porque nuestra mente interpreta que lo que vive es real sólo por el funcionamiento de la química de nuestro cerebro. Por eso es tan común soñar y sentir que es muy real.

A veces esto es más sutil y somos víctimas de lo que nuestra mente "percibe" o "entiende", cosas que luego captamos como situaciones que "malinterpretamos", porque sucede algo que nos hace ver la realidad "tal cual es". Ya desde esta perspectiva, el budismo expone el principio de "purificar los sentidos" para poder captar todo a nuestro alrededor de la manera más clara y precisa, y así poder reaccionar con la medida justa actuando basados en la Causalidad de las cosas con madurez de pensamiento, y no con instintos primitivos o infantiles.

Justo el clímax de esta historia es cuando el protagonista descubre quién es, para qué existe y su infinito potencial de manipular esa realidad alterna que han usado las máquinas para dominarlo. Eso, filosóficamente hablando, es lo mismo que sucede cuando despertamos a nuestra misión de vida, a la razón de nuestra existencia como seres humanos.

Descubrir la razón de nuestra existencia es quizás la mayor tarea que nos encontramos a través de toda nuestra vida. Los sueños y deseos de niñez a veces son formados y desarrollados en la adolescencia y madurez; a veces no, esos primeros conceptos de "lo que queremos ser" cambian de rumbo rotundamente y las necesidades terminan moldeando una resolución distinta a nuestras aspiraciones.

Daisaku Ikeda establece que si nos planteamos la interrogante de "para qué vivimos", la respuesta inmediata debe ser: para ser felices. Y sí, nuestra misión de vida debe ser dedicarnos a ser felices. El concepto comienza a expandirse cuando el budismo expone cómo lograr esa felicidad verdadera, sustentable, sostenible, absoluta. El Nam Miojo Rengue Kio fue establecido por Nichiren para llegar a esta condición máxima llamada Budeidad.

Para el budismo, la felicidad depende de nuestra capacidad para reconocer varios factores que debemos aplicar en nuestra vida cotidiana:

  • El ser humano desarrolla su máxima identidad (como humano) cuando vincula su felicidad a su capacidad de brindar bienestar (crear valor) a su alrededor.
  • La realidad es la sucesión de eventos que son consecuencia de causas y efectos, por lo que mi realidad futura responde a causas del presente. Si quiero un futuro distinto al que vivo (efectos mejores), debo realizar causas diferentes en el presente (causas más positivas).
  • Todo lo que recibo de mi entorno (individuos y situaciones) lo procesaré de la manera correcta elevando mi condición de vida. Si actúo con avaricia, ira o estupidez, todo lo que percibo estará distorsionado; si actúo desde mi naturaleza de Buda, percibiré todo con la pureza necesaria para transformar mi karma.
  • Cuando actúo como un Bodisatva de la Tierra - atento de ofrecer aliento e inspiración a todo el necesite transformar su destino, transmitiendo la Ley Mística con mi propio ejemplo - extraigo mi máximo potencial y cumplo con mi rol esencial como ser humano.
  • Mi realidad, lo que vivo, lo que soy, es como se expresa mi karma. Transformar mi karma, vencer sobre mis limitaciones, cambiar mis realidades negativas y experimentar el beneficio del daimoku, la reflexión y la corrección de mis causas, es mi misión de vida. Como diría el "Arquitecto" de Matrix, "ergo", Karma es = Misión.
Lo anterior abarca lo que hemos decidido o "nos toca" ser hoy. Soy hijo, padre, esposo, hermano, jefe, cliente, proveedor, colega, ciudadano, venezolano, disfruto del deporte y de la música, practicante el Budismo Nichiren, miembro de la SGI de Venezuela, discípulo de Daisaku Ikeda y un sin fin de etc... Todo, sin excepción, es lo que soy, es mi karma.

Mi misión es transformar cada aspecto que no disfruto de mi realidad, vencer mis aspectos negativos que se expresan en cada faceta anterior, contribuir a la revolución humana de otros a mi alrededor, sembrar la semilla del Nam Miojo Rengue Kio en cada vez más vidas vinculadas a la mía, mostrar la validez de la Ley Mística con mi propia vida, con mi propia transformación. Cuando logro esto, cumplo con mi misión.

Y quizás lo más resaltante de nuestra misión, es que es única e irrepetible tal como cada uno de nosotros. En Matrix, Neo descubre su misión muy a su pesar e incredulidad, luego asume cumplirla. Pero a su alrededor hay otros que también deben cumplir su propio rol para lograr la supervivencia de la especie humana. Cada individuo debe asumir la responsabilidad de actuar y lograr lo que le corresponde en la historia. Sino, el resultado será la extinción.

En nuestra vida, al asumir nuestra misión iniciamos una honda expansiva que va inspirando a otros a realizar el mismo proceso, y cada quien mantiene su propia individualidad, su propia misión... que es cambiar su propio karma.

Termino recordando que el señor Toda, maestro de Ikeda, decía que la forma más rápida y directa de transformar el karma es propagando la Ley Mística del Nam Miojo Rengue Kio, es decir, actuar como un Bodisatva de la Tierra. La razón es clara, al propagar abrimos nuestra vida, vencemos el egoísmo y el miedo, actuamos con máximo amor compasivo, la sabiduría surge para decir las palabras apropiadas con el tono correcto en el momento preciso. Así, todo se resume a esto: mi misión (que es mi karma - que es sólo mío), la cumplo al actuar como Bodisatva de la Tierra.

Mi misión es sólo mía. Yo la cumplo, día a día cuando extraigo mi identidad primigenia de Buda, y reconozco mi vínculo irrompible con la felicidad de todos a mi alrededor.

viernes, 11 de marzo de 2022

Cuando uno no cambia... (Seinfeld)

Sienfled es una serie que duró 9 temporadas, desde finales de los 80' hasta mediados de los 90'. Llegó a ser la serie más vista en EE.UU. y en muchos países del mundo. Su último capítulo, creo, fue visto por más de 70 millones de personas, cosa que ninguna otra serie ha logrado todavía. Fui fiel seguidor de cada capítulo y después que la estrenaron en Netflix en octubre de 2021, volví a ver todas las temporadas, esta vez "en orden". Podría volver a verla infinitas veces, aunque es un humor no apto para todos, en mi caso, me atrapa.

En capítulos cortos (menos de media hora), cuenta la cotidianidad de Jerry Seinfled y sus tres amigos. Todos, en mayor o menor proporción, tiene mañas, costumbres, maneras, que los hacen particulares y compatibles con muy poca gente. Por otro lado, justamente esas características hacen que muchos nos sintamos identificados con la forma en la que responden e interactúan con sus asuntos cotidianos.

La personalidad es un asunto muy particular que de hecho es una de las formas en la que se expresa nuestra individualidad. Somos únicos, puede que nos parezcamos a alguien, pero jamás seremos iguales a otros por completo, ni los gemelos más idénticos se expresarán de la misma manera ante su entorno. Para el budismo esto es parte de cómo se manifiesta nuestro karma, es decir, por karma vamos experimentando la estructuración de nuestra personalidad y los rasgos que nos van definiendo como individuos. Nuestro karma se expresa incluso desde cómo está conformado nuestro ADN, así que por eso somos irrepetibles, por karma.

En la serie Sienfled, los cuatro personajes principales, Jerry, George, Elaine y Kramer, durante todas las temporadas experimentan situaciones que por lo general terminan resolviéndose de manera negativa para ellos. Es decir, experimentan la manifestación de su mal karma. No consiguen lo que quieren, los rechazan, si alcanzan algún logro no demoran en retroceder, en fin, la "mala suerte" los persigue. Como sabemos, en el budismo la Ley de la Causalidad es imparcial e inequívoca. De hecho, el final de la serie es más que "trágico" y consecuente a lo que ha sido todo el relato de sus vidas durante 9 años.

De manera específica, se podría resumir sus desaventuras como el resultado de su falta de compromiso a realizar cambios en sus conductas, en no corregir las tendencias de sus acciones, sino que realizan una y otra vez las mismas causas basadas en el egoísmo y la ignorancia del potencial de transformación que tiene todo ser humano. En el caso de nuestra filosofía religiosa del Budismo Nichiren, sería lo opuesto a hacer revolución humana.

Y creo que la serie representa el mejor ejemplo de quienes no realizan su revolución humana, se niegan a revisar la fuente de sus acciones, a evaluar por qué reciben como retribución tantas adversidades y no logran trascender el círculo vicioso del mal karma. Porque la revolución humana es justamente eso, tener la valentía para revisarse y la fortaleza para corregirse a sí mismo.

Somos únicos y nuestra personalidad será siempre la misma. Podemos cambiar conductas con mucha disciplina y mejorar nuestras maneras con aprendizaje y dedicación. Pero, nuestro karma seguirá siendo "el mismo" si no corregimos la fuente o raíz de nuestras acciones. Mientras el origen de nuestras palabras pensamientos y acciones sea el egoísmo, el miedo, la inseguridad, la arrogancia, la prepotencia, los efectos que acumulamos estarán lejos de causarnos bienestar. Si logramos evaluar nuestra situación y asumir la responsabilidad total de nuestro presente y futuro, transformamos el origen de nuestras acciones por la convicción, la determinación, la sabiduría, el amor compasivo, la esperanza y la fortaleza inagotable de nuestra energía vital que es expresión directa de nada más y nada menos que la Ley Mística del universo, Nam Miojo Rengue Kio.

Cuando hacemos daimoku el objetivo claro es corregir nuestras conductas negativas para lograr transformar la base de nuestro crecimiento. El daimoku proporciona la sabiduría para identificar nuestros puntos débiles, pero también la fortaleza necesaria para corregir lo necesario. Si he construido relaciones personales dañinas, corrijo mi actitud para mejorarlas. Si he dañado relaciones que fueron buenas, desarrollo la valentía para corregir lo que causó daño y brindar bienestar. Si todavía soy negligente, tiendo a procrastinar, me rindo fácilmente o por el contrario soy tan vehemente que puedo atropellar a otros en mi deseo de mejorar, el daimoku debe brindarme la capacidad para corregir esas expresiones de mi personalidad para expandir mi mejor y máximo potencial.

Cuando logramos todo lo anterior realizamos revolución humana, que se expresa en una transformación de nuestra vida que vivenciamos en todo nuestro entorno. Nuestro cambio es reconocible y apreciable por otros que logran ver la transformación para bien de nuestra personalidad. Lo que expone el Budismo Nichiren es que por esta razón es que aparecen los beneficios, la buena fortuna se expresa como consecuencia directa de nuestra revolución humana. Por eso la premisa del budismo es que toda transformación o logro de alguna meta propuesta, surge primero del cambio que se produce dentro de nosotros. Siempre de adentro hacia afuera.

Lo más destacable de todo esto es que seguimos siendo nosotros mismos, no nos convertimos en otra persona, no cambiamos nuestro ADN ni nuestra personalidad. Eso, científicamente, es imposible. Lo que sucede es que expresamos la mejor versión de nosotros mismos, vivimos basados en la continua renovación de nuestro potencial que se va expresando en cambios positivos en nuestra vida, logramos superar barreras, expandir capacidades, corregir tendencias que no causan bienestar por nuevas maneras de producir beneficios a todos a nuestro alrededor.

Cuando uno no cambia no puede aspirar a la transformación de su vida. El cambio necesario se debe producir en lo más profundo de la vida, en la ruptura del círculo vicioso de validar posturas erróneas ante la vida por nuevas convicciones basadas en la manifestación de nuestro máximo potencial, nuestra condición de Buda. Eso es hacer revolución humana. Y cuando uno cambia, ¡cambia todo!


lunes, 7 de marzo de 2022

El caos... (Batman)

En mi niñez disfruté de los súper-héroes como cualquier otro. Batman fue uno de mis preferidos, veía las comiquitas y las series de esa época. De adulto, creo que la trilogía hecha por Christopher Nolan destaca sobre muchas otras películas de súper-héroes. Y de estas tres, "El caballero de la noche" me parece una obra maestra, de hecho durante algún tiempo fue la película de súper-héroe más taquillera en el mundo. En esa película (2008) el ya fallecido Heath Ledger hace el papel del Guasón (Joker) y terminó siendo lo más representativo de toda la película. Creo que el enfoque que dieron al personaje los guionistas, director y actor, fue la perfecta representación de vivir para y por el caos.

En la película, el personaje se dedica a sembrar discordia, confrontación, actúa para desestabilizar, romper con el orden. En un momento pone en manos de algunos la vida de otros, confiando en que el sentido de sobrevivir de unos sacrificará la vida de otros. Suplanta identidades para confundir y poner en peligro la vida de inocentes. Cuando se piensa que su acción es por dinero, destruye las riquezas de mafiosos para dejarlos sin recursos propios. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por quién?

Su misión es desestabilizar el orden social y lograr una situación de caos absoluto, donde vuelvan a imperar valores primitivos del fuerte sobre el débil, donde no sirva el dinero o su uso no sea suficiente, donde el estado no pueda ser conducido por unos pocos (gobierno) sino que sean grupos de fuerza y autogestión los que dominen las sociedades. Es decir, destruir todas las instituciones sociales para refundar nuevas con un orden basado en fundamentos distintos a los que nuestras sociedades se han establecido.

Esto es sólo una película, es sólo un personaje. Sin embargo hoy en día existen muchos, muchos entes que viven con vidas similares, extremistas dispuestos a dar la vida por lograr este tipo de objetivos. La vida de quien dedica su existencia a algo como lo anterior, es movida por sentimientos complejos de resignación (no confía en la transformación de individuos y sociedades), desesperanza, resentimiento, odio, pero también actúan con mucha inteligencia para lograr sus objetivos, no en vano para el Budismo la inteligencia por sí misma no representa un valor, mientras que la sabiduría sí lo es.

Cuando una vida experimenta posturas caóticas e inhumanas en extremo, para el Budismo esa vida está dominada por los tres venenos: la avaricia, la ira y la estupidez (o ignorancia). Las acciones basadas en estos venenos sólo sirven para crear sufrimiento, tanto para los demás como para uno mismo, porque jamás logrará satisfacer sus deseos, porque sus objetivos ilusorios jamás podrán ser alcanzados. La felicidad no es posible cuando actuamos dominados por los tres venenos. Y no hace falta ser extremista o emisario del caos para actuar "envenenado".

Cambiar nuestros puntos de vista sobre la vida, sobre la razón de nuestra existencia, requiere de una profunda revisión de nuestra misión de vida, para qué existimos y dedicamos nuestras acciones. Cuando la respuesta a esta búsqueda desemboca en una total desesperanza a poder mejorar mi situación, la situación del entorno, los venenos comienzan a trabajar en mi mente y corazón y puedo llegar a la conclusión de que lo único que "sirve" es destruir lo que creo que está mal.

Los extremistas raciales o religiosos, los gobernantes dictatoriales, totalitarios o imperialistas, actúan gobernados por la avaricia, ira y estupidez, consideran que el exterminio, desorden y control absoluto, son las maneras de conducir a todos a "una condición más favorable", olvidando por completo su propia naturaleza humana y su pertenencia al genero humano, causando profundo trastornos en todos a su alrededor y un impacto significativo en toda la humanidad.

La forma de curar estos venenos que expone el Budismo Nichiren, es elevando la frecuencia vital de cada vez más personas, que logremos influenciar positivamente la vida de otros, incluyendo a aquellos que se han convencido de que el caos es la única vía. Si yo manifiesto mi Budeidad, mis palabras serán las necesarias para invitar a la reflexión a otros, causando su propia búsqueda de la verdad sobre su misión de vida. Mi corazón será tan auténtico que los demás percibirán mi sincero deseo de su desarrollo y logro de la felicidad verdadera, por lo que volverá a surgir en ellos la esperanza de que al extraer nuestro verdadero potencial humano, toda la sociedad puede transformar sus bases inhumana.

Vencer la avaricia requiere de mejorar la distribución de los recursos, lograr transmitir que lo necesario es lo que sustenta mi vida y ofrece bienestar a mis seres queridos. Para vencer la ira es imprescindible actuar contra la injusticia, basar la justicia no sólo en la Ley universal de la causa y el efecto, la auténticamente imparcial, sino también lograr sistemas sociales que respeten las normas de convivencia humana donde el respeto a lo digno de la vida sea lo más valorable. Vencer la estupidez o ignorancia se trata de transmitir que pertenecemos al mismo género humano, que cada uno de nosotros posee el gran potencial ilimitado que encierra la Budeidad, que somos capaces de sobreponernos a cualquier diferencia y aplicar la creación de valor en cualquier conflicto.

Los agentes del caos juegan a producir guerras, conflictos bélicos, empoderar mafias y desestabilizar sistemas sociales. Los Bodisatva de la Tierra actúan para que estos seres humanos no logren influenciar la vida de otros, porque transmitimos la máxima Ley del Universo que ofrece a todo individuo la fortaleza de espíritu, de convicción y de valores para no sucumbir a las acciones inescrupulosas de quienes promueven el caos.

Debemos seguir expandiendo la estrategia que vence los tres venenos, la estrategia del Sutra del loto, el Nam Miojo Rengue Kio, que ofrece lo que toda vida necesita para no ser agentes del caos, sino verdaderos seres humanos comprometidos con la transformación positiva de la humanidad.

jueves, 3 de marzo de 2022

El bien y el mal... (Star Wars, 3)

Hubo un niño que fue muy especial, era más ágil que sus compañeros y su inteligencia también destacaba del resto. Su propia concepción fue "especial". Este niño fue educado para ser todo un caballero, un guerrero del bien. Y así fue creciendo, desarrollando aún más sus habilidades naturales hasta llegar a ser un joven muy capaz de conducir retos especiales salvando a otros pueblos y naciones de la injusticia, mientras comandaba a otros que lo respetaban por sus destrezas y fortaleza de sus principios. Tuvo que alejarse de su madre y por soñar con que ella sufría volvió a su antiguo pueblo a buscarla. La encontró torturada y murió en sus brazos.

Esto desató y liberó algo que ya estaba en él, ya sentía un resentimiento, tristeza, miedo y frustración que con la muerte de su madre se amplificó y por más que intentó frenar estos sentimientos que no crean, sino destruyen, no lo logró. Se enamoró y embarazó a su amada. Y comenzó también a soñar con la muerte de su amada, lo que lo llenó aún más del miedo a perder a su ser amado. Esto iba haciendo crecer una gran inseguridad sobre sus acciones enfocadas al bien, donde no encontraba la seguridad de poder proteger a su amada y otros seres queridos.

Es entonces manipulado por un ser mucho más hábil que le ofrece enseñarle a manejar sus habilidades sin restricciones ni límites, lo que le permitiría salvar a su amada incluso de la inevitable muerte. Logró ganar la confianza de este joven guerrero, lo manipuló, se aprovechó de su miedo, inseguridad y frustración, y también de sus ideas revolucionarias y hasta autoritarias, para hacerlo su discípulo incondicional y rendido.

Este joven guerrero, extremadamente hábil y poderoso, ahora es manejado por un maestro del mal, que lo impulsa a unirse a su proyecto en el establecimiento de un imperio, que sustituiría a una unión de repúblicas democráticas y libres. Así, nace el más grande guerrero del mal de su época, Darth Vader.

Con el tiempo, y siendo un comandante que infundía miedo sobre el resto, tanto enemigos como aliados, es inspirado por su maestro a unir en sus filas a su hijo, que también ha desarrollado grandes habilidades de guerrero. Después de batallar frente a frente, y por la fortaleza de espíritu de su hijo, el guerrero del mal Darth Vader, renuncia a seguir siendo discípulo del emperador del mal y se redime ante su hijo, salvándolo de la muerte, pero quedando él mismo herido de muerte. sus últimos momentos son para disfrutar del perdón de su hijo y morir "en paz".

Lo anterior es un mega resumen del hilo principal de gran parte de la historia de La Guerra de la Galaxias. En las series adicionales y en las películas más nuevas los personajes, o giran entorno a este padre e hijo, o ya pertenecen a una nueva generación. Sin embargo, todos, sin excepción, se enfrentan continuamente a evaluar "de qué lado de la fuerza" están luchando, ¿por el bien o por el mal?

Incluso hay algo cíclico en toda la serie y es la aparición de villanos que representan los antivalores, lo contrario a la creación de valor, que actúan para construir el imperio basado en la opresión y la autoridad de fuerza, suprimiendo la libertad de los seres y así gobernar con comodidad sobre todas las naciones.

En toda la serie los "rebeldes" batallan para vencer a los gobiernos autoritarios, a los autócratas con ansias de poder. Siempre hay guerreros del bien enfrentando a los del mal. Pero, en ocasiones, los guerreros del bien terminan actuando con las mismas estrategias que los del mal, y esto, lejos de corregir el sufrimiento, lo acentúa. 

Los líderes que buscan manipular y dominar a la mayoría siempre encuentran quien no sólo los siga, sino quienes vayan a la batalla por sus intenciones autocráticas. En esta saga los principales guerreros del mal son androides o clones hechos "a la medida", que carecen de libre albedrío y son creados para seguir órdenes de los comandantes del mal. Esto resultar lógico en la saga, pero en la vida real no es necesario sustituir a soldados por androides o clones sin juicio propio, los ejércitos están integrados por soldados que actúan siguiendo órdenes de destruir, matar y aniquilar al enemigo. Algunos actúan con consciencia, otros hasta con placer, pero en cualquier caso la formación de los soldados se basa en su irrestricta fidelidad a la línea de comando y a seguir órdenes sin dudar. Esto, también es fácilmente usado por el mal fundamental de nuestra humanidad.

Para el budismo existe la máxima de que tanto el bien como el mal coexisten, no aparece uno sin que el otro esté latente o incluso manifiesto con igual intensidad. De hecho, para el budismo el bien y el mal coexisten dentro de cada uno de nosotros. Por eso, según la fortaleza de nuestros valores y principios filosóficos, podemos ser entes del bien o del mal.

Actuar para el mal es se pasivos ante la injusticia, ser vencidos por el miedo al cambio, a la confrontación de lo que no está bien. Somos entes del mal cuando actuamos con autoritarismo en el propio hogar, sin considerar si causamos sufrimiento innecesario a nuestros familiares y amigos. Esto no quiere decir ser faltos de autoridad o respeto, porque la negligencia de no actuar con firmeza disciplinaria en la formación de los más jóvenes, también puede hacernos entes del mal, por contribuir a la formación de individuos inescrupulosos y faltos de respeto hacia quienes lo rodean.

Ser un emisario del bien implica ser fuertes, valientes, para enfrentar las tentaciones del mal y salir airosos. El mal nos tienta a tomar lo que es de otro, a perseguir metas basadas en lo superficial, prestando más atención a las apariencias que a lo que hay en nuestro corazón. El mal nos tienta a odiar a quien no nos da lo que queremos, a echarle la culpa de nuestro sufrimiento y no asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. Por esto y mucho más, ser un emisario del bien siempre requerirá de mucha más fortaleza de nuestras convicciones humanas.

Convivir con nuestras tendencias negativas debe hacernos más fuertes, más sabios, aprender a manejar nuestros propios instintos animales y ser "maestros de nuestra mente", solicitud de Nichiren que logramos con el daimoku de Nam Miojo Rengue Kio.

Un emisario del bien tiene un maestro que le transmite todo lo que necesita para sobreponerse al mal, un maestro que le muestra cómo se combate y se sale victorioso de las batallas contra la oscuridad fundamental. Este maestro debe ser elegido por nosotros, no puede ser impuesto. Yo elijo a Daisaku Ikeda como mi maestro en la batalla contra el mal. Mi decisión es ser un digno guerrero del bien fundamental, de la Ley Mística.

Debemos seguir siendo protagonistas y vencedores de nuestra propia batalla entre el bien y el mal, no sólo "afuera", sino mucho más importante aún, "dentro" de nuestra propia vida.

Orbitar la Ley Mística

ÓRBITA: 1. Trayectoria curva que describe un cuerpo en su movimiento alrededor de un centro. 2. Ámbito en que se percibe la influencia de al...