domingo, 29 de noviembre de 2020

Establecer un vínculo, desarrollarlo y mantenerlo... En cuarentena.

Hablar de la cuarentena da para días y días escribiendo lo que para cada uno ha sido vivir estos tiempos inéditos. Nuestras vivencias son únicas. Por otro lado, aún en distanciamiento físico los vínculos se mantienen, dependiendo de cada uno mejoran o empeoran, pero no dejan de existir. Más aún, en confinamiento hemos creado nuevos vínculos. Porque lo humano implica eso, estar vinculado, lo cerca o lejos físicamente hablando no elimina nuestros vínculos, sólo modifica cómo los vivimos.

Soy de familia muy grande sobre todo del lado materno, pero salí de mi país natal (Perú) con 5 años, así que no pude convivir cerca físicamente con esa gran familia. Mi infancia, adolescencia y adultez la viví con mi pequeño núcleo familiar de mis dos padres, y mis dos hermanos menores.

Mi hermana menor decidió irse a vivir a Perú hace ya casi 5 años. Mis padres decidieron ir a acompañarla hace ya tres. Con la cuarentena se hizo imposible planificar un regreso eventual de ellos, así que tenemos ya todos estos años sin vernos "frente a frente". Acá seguimos mi hermano y yo cada uno con su núcleo familiar.

Crecí entonces manejando de primera mano el tener vínculos afectivos muy fuertes con distancias físicas muy lejanas. De niño y adolescente me escribía cartas con mis abuelas, mínimo postales (cosa que sólo mi generación entenderá de qué hablo). Con mis primos compartí poco no sólo porque la mayoría son menores que yo, sino que además la tecnología nos fue acercando ya de grandes. Así que los vínculos más cercanos físicamente hablando siempre fue con personas que "elegí" tener cerca, amigos y compañeros, de esos que aparecen en nuestra vida por karma, ese vínculo que trasciende tiempo y espacio.

Como costumbre natural asumimos esos familiares postizos, unos por motivación propia, otros porque tus padres los hacen estar presentes en tu vida. Sea como fuere crecí con gente muy querida y con quienes mantengo aún esos vínculos afectivos fuertes y sólidos. Con otros, pues no. O, la distancia física fue poniendo el vínculo en desuso, o, aún cerca en distancia, nuestras vidas dejaron de compartir cosas en común que también hicieron al vínculo menos presente.

La cuarentena hizo que todo lo "normal" dejara de serlo y nos hemos ido adaptando, algunos con menos destreza que otros, a trascender la distancia física para valorar de manera distinta el vínculo que tenemos con todos nuestro seres queridos, conocidos y no tan queridos también.

La videollamada pasó a ser algo necesario, la app de mensajería y las redes sociales más usadas, abrimos nuestro rango de acción "digital" o "virtual" para poder sentirnos cerca de los que necesitamos cerca. Bien sea por necesidades afectivas o por cumplir con responsabilidades, hemos vivido tiempos donde el valor del vínculo ha sido protagonista por excelencia de nuestro día a día. ¿Con cuántos he podido conversar? ¿Quiénes me respondieron? ¿Cómo me respondieron? Han sido interrogantes que marcan mi día a día en cuarentena en cualquier ámbito digital/virtual y obviamente respondiendo a esa necesidad o responsabilidad que asumo.

Desde lo laboral, necesitamos estar cerca de los jefes, empleados, clientes o usuarios. Desde lo académico, necesitamos estar cerca de nuestros estudiantes, compañeros o profesores/instructores. Desde lo afectivo, necesitamos sentirnos cerca de nuestros seres queridos. Aún cuando la cuarentena ha sido la excusa perfecta para no estar cerca "del otro" que no quiero, o para no asumir la responsabilidad que no quiero, siempre tendremos necesidades humanas básicas para que busquemos cómo aprovechar los vínculos que necesitamos.

El budismo expone el "origen dependiente", que en resumen implica que todos estamos relacionados por hilos invisibles pero irrompibles que trascienden el tiempo y el espacio, y que responden a lo que hemos construido con nuestras acciones, palabras y pensamientos. Así, estamos vinculados con nuestra familia, amigos, vecinos, compañeros, queridos o no, y al final con toda la humanidad, por ese origen dependiente que responde al karma que hemos creado individual y colectivamente.

Por ese origen dependiente, lo que hace o le sucede a uno de mis seres queridos, me afecta, me involucra, repercute en mi vida. Igualmente, mis acciones, palabras y pensamientos también impactan en quienes están vinculados a mí. Lo que digo o dejo de decir, lo que hago o dejo de hacer, e incluso lo que pienso, impacta en la vida de quienes están vinculados a mi vida. Como la piedrita que cae en el agua y genera ondas que se esparcen por todo el estanque, nuestras acciones impactan la vida del resto en un alcance que no somos capaces de captar y apreciar en la mayoría de los casos.

Quien logra darse cuenta y asumir la validez de esta teoría filosófica budista le otorga un valor mucho más profundo a los vínculos con quien le rodea, a sus acciones, expresiones, gestos hacia sus seres queridos cerca o lejos físicamente. Conocer este principio y convertirlo en base de nuestra cotidianidad convierte a cada instante en algo valioso, único e irrepetible, porque el mensaje enviado o recibido, la llamada realizada o atendida, el encuentro planificado o fortuito, se asume como respuesta o consecuencia a lo kármico presente en ese vínculo, y a su vez como la causa para mejorar y aprovechar al máximo cómo deseo transformar ese vínculo para mejor.

Tengo seres queridos cerca y lejos (físicamente), personas a mi responsabilidad cerca y lejos, y la labor de todos los días es darle valor a cada vida que me rodea. No siempre lo logro, pero la tarea está en mantener el esfuerzo siempre presente. No todos los días vamos a conectarnos con todos nuestros seres queridos o de quienes somos responsables, pero la tarea es mantener en nuestro corazón el deseo del bienestar y felicidad de todos los vinculados a nuestra vida.

En todos estos meses de cuarentena he logrado profundizar el vínculo humano con más personas a mi alrededor. Familiares, vecinos que pasaron a ser amigos, referidos de otras personas con quienes establecí un buen vínculo humano, y muy especialmente retomar el vínculo con quienes se había pausado por distintos motivos. Cada ser que ha pasado a ser especial en mi vida durante esta cuarentena le da un "signo positivo" a lo vivido en estos meses de crisis mundial.

Porque somos más humanos en la medida que expresamos ese humanismo y eso implica cómo nos vinculados con quien nos rodea "kármicamente" hablando. Que la cuarentena nos haya hecho más hábiles para expresarnos a través de todos los medios digitales/virtuales y sentirnos más cerca de nuestros seres queridos y compañeros apreciados, tiene un valor inmenso en nuestra vida, enriquece nuestra existencia y nos otorga mayores recursos para seguir venciendo las dificultades propias de la crisis mundial.

Ofrecer y recibir ánimo, cariño, cuidados, atenciones, hacen que las dificultades económicas, de salud, o de cualquier otra índole se enfrenten con más energía vital, porque producto de esa simbiosis con quienes estamos vinculados nuestra vida se expande desarrollando nuevas capacidades, buscando y encontrando nuevas alternativas. Aunque parezca complejo de comprender, aún en momentos donde sentimos desánimo, el preocuparnos por enviar un mensaje de ánimo y aliento a otro extrae un potencial propio a veces desconocido que termina por darnos la energía vital que no sabíamos de dónde sacarla. Es una de las formas en que el valor del vínculo humano se manifiesta.

Mi práctica religiosa (entonar Nam Miojo Rengue Kio), sumado a mi participación activa en la organización a la que pertenezco (Soka Gakkai), me brindan la herramienta y el escenario para darle el supremo valor a cada vínculo que va teniendo presencia en mi vida, incluyendo a los que no disfruto, porque de esos también se extrae un valioso aprendizaje. Mientras mantengo mi práctica y participación en las actividades de la SGIV, voy sintiendo cómo cada vínculo que vivo alimentan mi existencia. Mi familia, mis vecinos, mis amigos, mis compañeros, mis clientes, mis proveedores, todos cumplen una misión irremplazable en mi vida para saberme más humano, para actuar de manera más humanista, aún dentro de la burbuja digital/virtual que la cuarentena nos hace vivir. Sigo procesando mis relaciones interpersonales con el mayor respeto y aprecio por todo lo que ofrecen y me permiten ofrecer.

No permitamos que la cuarentena nos quite nuestra esencia humana: vincularnos desde nuestro humanismo.

A todos los que les llegue este relato, mi eterno agradecimiento tan sólo por estar vinculado a mi vida.

Seguimos juntos, en el daimoku, en la vida.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Izquierda o derecha? Soy ambidiestro.

En estos días, una de mis primas puso un video en sus redes sobre "la izquierda y la derecha". Es uno de esos cortos videos que llevan buen mensaje resumido. Hecho en Colombia, aborda la historia de lo que hoy conocemos como tendencias políticas de "izquierda y derecha".


Hace muchos años, un chico mucho más joven que yo que estudiaba en ese entonces Filosofía (desconozco si terminó su carrera), conversaba conmigo en una costumbre que llegamos a tener cada vez que compartíamos alguna actividad. Personalmente siempre disfruté esas conversas con este chamo.

En una oportunidad abordamos el tema de las tendencias políticas. Él, formado en una familia de izquierda, me daba una perspectiva muy "amena" de lo que implica SER de izquierda. Yo, siempre disfruto de escuchar las distintas perspectivas que se pueden tener sobre la realidad, lo que vive y enfrenta el ser humano, y que sirve de base para su interacción con lo que lo rodea. En esa conversa encontré una postura más amena de lo qué significa ser de izquierda desde sus principios básicos.

En el video que posteaba mi prima, se resume la historia de cómo se originan esas "identidades" ideológicas o políticas, allá por la revolución francesa. Además de hacer interesante la historia, el desarrollo de ese corto animado va "ampliando" la interpretación que se ha venido asumiendo de esa izquierda y derecha, logrando hacer más "vivo" el uso en la actualidad de esos términos, que al final terminan encerrando de manera innecesaria a la postura que pueda tener una persona sobre el desarrollo de sus ideas, principios y valores.

Incluso creo que la resolución final del corto video, que invita a comprender de manera más amplia cómo cada uno de nosotros debería abordar temas y posturas, queda corto desde la perspectiva de una filosofía de vida, como la que practico, el Budismo Nichiren de la Soka Gakkai.

Asumiendo imposible que dejen de usarse estos términos (izquierda y derecha) que tienen algo más de par de siglos de uso, nos toca no sólo seguir conviviendo con ellos sino adaptarnos a su uso e inclusive aprender a irlos dejando en desuso de manera individual, que en algún momento se hará colectivo.

El convivir con estas tendencias que están en extremos no es sencillo para el desarrollo de nuestras relaciones interpersonales. En algunas familias puede ser incluso violenta la relación producto de posturas políticas extremas. En Venezuela ya conocemos eso, pero no es propio de nosotros, en toda sociedad donde se vivan las políticas extremas esto se verá más frecuentemente.

Los políticos usan estos extremos, son su mejor recurso para ganar seguidores y enfrentar adversarios. Poner al adversario en el otro extremo es un recurso universal para ganar adeptos a "mi extremo". La cultura de desarrollar políticas "de centro" no ha sido lo más frecuente en la historia de la humanidad. Y por supuesto que hay una razón lógica para eso.

Ser de centro no hace sencillo ganar seguidores, porque implica desarrollar una postura que 
motive a encontrar coincidencias, a valorar diferencias, a incluir ideas contrarias en un mismo plan de trabajo. Implica tener el coraje para desechar posturas contrarias al objetivo principal sin menosprecio, sino con la sabiduría de reconocer qué y quién participa de la intención primaria, y quién busca sólo ganancia propia.

Tener una postura del "Camino Medio" incluso puede ganar más adversarios que seguidores. Los extremos resultan más atrayentes por la naturaleza básica del ser humano a buscar culpables de nuestras desventuras, reales o no. Los extremos jamás aceptarán la responsabilidad total de los sucesos, siempre "el otro extremo" será el culpable de lo que no se resuelve.

La postura el Camino Medio implica reconocer los propios errores, corregirlos, aprender de ellos. Eso no es posible en extremos.

Desde pequeño jugué fútbol, tengo recuerdos grabados jugando en un lugar donde yo todavía no tenía 5 años. Crecí jugando en todo lugar y con cualquier pelota que apareciera. Fuí muy bueno (tiempo pasado). Y desde siempre, zurdo. Cuando ya estaba en la escuela mi afición a los deportes se fue ampliando, el beisbol y el basket y otros tantos también me atrajeron siempre. Para esos deportes, siempre fui derecho. Si voy a jugar Ping-Pong, estaré más cómodo con la zurda, pero podría jugar con la derecha. Escribo con la zurda, se me hace muy difícil hacerlo con la derecha... Y así, podría seguir describiendo cosas en las que siento más naturalidad y comodidad actuando con mi lado zurdo o con mi lado diestro.

Ya de adulto fui conociendo los prejuicios que se han tenido en algunas etapas de la historia de la humanidad contra los zurdos, mínimo "porque no es normal", pero hasta identidad "diabólica" hemos tenido. Mi madre me cuenta que mi abuela me obligaba a usar la derecha para escribir y ella tuvo que ponerse firme para que permitiera mi zurdeza.

En definitiva, por usar ambos lados de manera natural o impulsado a hacerlo, me acostumbré a ver las cosas siempre usando la totalidad de mi cerebro, no sólo un lado más que el otro. A todo lo anterior le sumo que crecí en un hogar donde la filosofía budista, la práctica religiosa del Budismo Nichiren en la Soka Gakkai me ha inspirado literalmente toda mi vida, a actuar siempre buscando "el camino medio".

Creo en el libre mercado, pero me preocupa la mala distribución y uso de las riquezas naturales. Creo en la libertad religiosa, pero no estaré de acuerdo en las posturas religiosas extremas o no humanistas que limitan la libertad del ser humano y atentan contra la vida en sí misma. Creo en la diversidad de género, sexual o cualquier tipo, pero no avalo el irrespeto o la "supremacía de las minorías" que exigen aprobación de la mayoría de forma obligatoria. Creo en el potencial y el esfuerzo propio, pero si puedo apoyar a alguien en extrema necesidad, lo haré. Creo en la democracia, pero detesto la demagogia y el populismo.

Y así, seguiré creyendo en lo que decido creer, seguiré reconociendo lo equivocado que estaba al creer en unas cosas y conocer nuevas tendencias de pensamiento, nuevos planteamientos, nuevas ideas. Y me seguiré negando a ponerme en la derecha o la izquierda, por estar absolutamente convencido que es inviable la evolución de las sociedades mientras se viva en extremos.

No expongo que los extremos sean malos per se, creo que no se pueden aceptar acciones que atenten contra la vida, la libertad de pensamiento, la libertad religiosa, el derecho a la vida. Creo que en ese extremo debemos identificarnos, sin embargo la humanidad seguirá viviendo la manifestación de culturas, sociedades que siguen siendo contrarias a este extremo y se sitúan al otro lado. Ahí no vale izquierda o derecha, ahí se aplica el humanismo o el no humanismo.

Vivir basados en el Camino Medio no implica descartar extremos, más bien inspira a encontrar valor en cada extremo, qué puede usarse para enriquecer la experiencia de vivir, enriquecer el desarrollo de sociedades y comunidades, qué sirve para enriquecer la calidad de vida de cada individuo. Siendo un individuo que me identifico con una filosofía de vida muy enraizada en mi acción y mi postura ante la vida en todos sus aspectos, hago el esfuerzo conciente por reconocer el valor en cada extremo, en rechazar lo que no crea valor, tratando de desarrollar la sabiduría que me permita reconocer errores, corregirlos y volver a actuar creando valor.

Es una tarea de cada instante, no es una condición a la que "se llega" y ya no cambia. La vida cambia, y genera el cambio en todo el entorno, y mientras hacemos el esfuerzo por actuar basados en el Camino Medio ese cambio en la vida y el entorno va siendo armonioso, dinámico, humano.

Tengo amigos y familiares, que políticamente pueden identificarse abiertamente en la izquierda, y defenderán sus planteamientos a capa y espada. Identificados con la derecha quizás tenga más seres queridos, pero en ningún caso rechazo a ninguno por ser quien son, puedo rechazar sus ideas, sus planteamientos sobre lo que "debe hacerse", pero son MIS SERES QUERIDOS. Y esa es mi decisión.

En todos los aspectos de mi vida seguiré intentando aplicar la filosofía del Camino Medio, mi filosofía religiosa me sigue inspirando a eso. Mi práctica religiosa diaria fortalece esa decisión, así que seguiré inspirando a quien me rodea a aplicar la misma filosofía religiosa, o una distinta pero que comparta una postura similar. Creo que al final esa debería ser la labor común de todos.

A mi familia, mis amigos, todos, mi más profundo deseo de su felicidad y éxito.

Orbitar la Ley Mística

ÓRBITA: 1. Trayectoria curva que describe un cuerpo en su movimiento alrededor de un centro. 2. Ámbito en que se percibe la influencia de al...